Cuando Rob confrontó a un grupo de fanáticos del fútbol sobre el racismo, fue tan abusado que se podía ver su cráneo.

Si Rob se dirige a un grupo de seguidores del Feyenoord un domingo por la tarde sobre un comentario racista, tendrá que pagar un alto precio por ello. Lo patean con tanta fuerza que en la ambulancia se puede ver su cráneo a través de la piel de la cabeza. Cuenta su historia en el tribunal: «Tomaste a un chico que trabajaba duro por su dinero y le quitaste la libertad».



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