La asociación de estudiantes Vindicat en Groningen aparece regularmente en las noticias. No siempre es positivo por decir lo menos.
Los informes de gansos que se mantienen en una casa de estudiantes, una esvástica en la pared y cerveza arrojada desde el balcón provocaron horror y molestia. El municipio de Groningen está luchando con la cuestión de qué puede hacer para abordar la mala conducta, pero aún mejor cómo se puede prevenir.
Abordar el comportamiento no es suficiente con grupos de estudiantes en constante cambio. La junta directiva de Vindicat no rehuye la conversación, pero es imposible mantener a todo el cuerpo bajo control las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Si las cosas se salen de control, el municipio quiere poder actuar como una autoridad de licencias en caso de abusos. Por eso, pronto se examinará si las medidas actuales que se pueden tomar son suficientes.
Se trata de acuerdos y medidas tras incidentes en eventos y en establecimientos de restauración, pero también molestias en residencias de estudiantes. La pregunta también es si el municipio tiene suficientes rayas en la manga legalmente para tomar medidas realmente duras como el cierre. Igual de importante es la cuestión de cómo responde el municipio (léase: también los partidos políticos) a los incidentes. Más allá de lo que circula en las redes sociales, la política municipal también marca la pauta.
Se recomienda llamar al animal por su nombre en caso de mala conducta, pero no para echar leña al fuego en discusiones políticas. Esto, por ejemplo, al enfatizar repetidamente la distinción entre estudiantes y ‘Stadjers ordinarios’ que están hartos del comportamiento de los estudiantes. Es mejor considerar el impacto que tienen los estudiantes en la ciudad en su conjunto.
Los últimos incidentes que involucraron a estudiantes de Vindicat dieron lugar a nuevas amenazas de muerte e intimidación. Recientemente, dos miembros de la junta directiva de Vindicat fueron atacados cuando cerraron la Sociëteitsgebouw. En esta escalada, no se puede enfatizar lo suficiente que las palabras importan en las discusiones sobre temas delicados.