Cotizaciones, pensiones, gasolina y facturas: toma forma el decreto Aid-bis


En la grilla del decreto Aid-bis, que debería llegar al Consejo de Ministros la próxima semana, entran un nuevo recorte de las cotizaciones de rentas medias-bajas y una indexación parcial de las pensiones; esto también con miras a cheques más livianos, como una forma de reembolso ex post de la inflación sufrida en los primeros seis meses de este año. En cambio, por razones de cobertura, la réplica del bono de 200 euros se desvanece: sin embargo, llegará a las categorías excluidas hasta ahora como la escuela precaria y la agricultura, con un costo adicional de unos cientos de millones.

El sistema de la disposición que aprovecha los espacios fiscales abiertos por la dinámica de los ingresos fiscales más vivo de lo esperado, con base en el informe de gobierno que fue aprobado ayer por la Cámara de Senadores (193 a favor) y que hoy será votado por la Cámara, toma después de las reuniones en el Palacio Chigi entre el gobierno y los interlocutores sociales. Sobre la mesa, a iniciativa del sindicato, la propuesta de extender de nuevo la contribución extraordinaria sobre beneficios extraordinarios, aplicándola también, por ejemplo, al sector bancario.

Pero la idea, que también recoge consensos políticos transversales, no debería encontrar espacio en el decreto, también por su complejidad técnica y económica. En la práctica, según los cálculos realizados entre el Ministerio de Economía y el Palazzo Chigi, los aproximadamente 12 mil millones disponibles para las nuevas medidas deberían ser suficientes, libres de la hipoteca de los abundantes dos mil millones que, en cambio, se utilizarán para liberar una gran parte de los fondos ministeriales congelados en julio para financiar el decreto 80/2022. Con algunos sacrificios frente a las ambiciones que se agolpan en torno a la última medida de política económica antes de la campaña electoral de verano: un decreto que se encuadra legalmente en la «administración ordinaria» del Gobierno saliente, pero que en la práctica representa la última maniobra anticrisis del Ejecutivo de Draghi. Una maniobra que debería llegar a un examen relámpago en el Senado antes del parón estival, aplazando únicamente la ratificación en la Cámara a septiembre. Sin demasiados cambios en un Parlamento ya balcanizado por la crisis.

Para caer lo primero de todo es la réplica del bono de 200 euros. El coste de 6.800 millones de euros es demasiado para dejar cabida en una disposición que también tiene entre sus funciones una serie de medidas obligatorias para renovar las ayudas fiscales que han caducado o están a punto de caducar.

Entre ellas se encuentra la rebaja de los impuestos especiales y del IVA sobre las gasolinas y el gasóleo, ahora en vigor hasta el 21 de agosto. El decreto debería extender los descuentos pero sin llegar a fin de año, nuevamente por razones de costos que se combinan con la necesidad de observar la dinámica real del precio de la gasolina y el diesel. Por lo tanto, la flexibilización de los impuestos especiales podría detenerse en octubre: luego, el próximo gobierno se encargará de ello, si la cobertura lo permite.



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