Con un ataúd de setas te conviertes en parte de la naturaleza


El inventor Bob Hendriks de Eindhoven ideó una forma ecológica de ser enterrado: en un ataúd hecho de hongos para que te conviertas en parte de la naturaleza después de morir. El director de la funeraria DELA está entusiasmado y ofrece este ataúd a partir de ahora: “Es el ataúd viviente, el primero en todo el mundo”, dice Hendriks. “De esta manera nos aseguramos de no contaminar la tierra después de nuestra muerte, sino más bien enriquecerla”.

Con una sonrisa en su rostro, Bob Hendriks llega con su ataúd blanco a DELA en Veldhoven. “Éste es él: el Paseo Viviendo Capullo, que está hecho de hilos de raíz de champiñones”. Tal cofre crece en siete días y luego se puede usar.

“Bob tiene muy buenas ideas, pero tiene menos conocimiento de la industria funeraria”.

Hace un año y medio, Hendriks llevó su plan a la oficina central de la empresa funeraria. “Les conté mi idea y por suerte creyeron en ella. Ahora estamos aquí con una versión grande y el público en general puede optar por esta caja”, dice orgulloso un inventor.

Al principio, el ataúd viviente no era adecuado para un funeral, explica Ilse van de Voort de DELA. “Bob tiene muy buenas ideas, pero tiene menos conocimiento de la industria funeraria. Por ejemplo, Bob había olvidado que un ataúd también debe poder llevarse con dignidad. Ese problema ahora se ha resuelto”.

Y por eso DELA ha decidido ofrecer la caja de hongos a partir de ahora. “En 2030, solo queremos ofrecer funerales neutrales para el clima. Esta caja encaja perfectamente con eso”, dice Van de Voort.

“De esta manera nos convertimos en una fuente de nueva vida”.

Pero ¿qué pasa con eso? ¿Por qué esta caja es mejor que una de madera? “El hongo es el mayor reciclador del planeta y convierte todo lo que está muerto en nueva vida. ¿Por qué no hacer eso con nosotros mismos? De esta manera nos convertimos en fuente de nueva vida”, comienza Hendriks.

En el suelo, el ataúd y el cuerpo se disuelven en 45 días, explica el inventor. “De esta forma volvemos a la naturaleza de forma natural y rápida. Con los ataúdes tradicionales, fácilmente pueden pasar diez años antes de que el ataúd se deteriore”.

Otra diferencia importante: el ataúd de Hendriks crece en siete días, con un árbol que fácilmente puede tardar entre 40 y 50 años. “Y todo viene de los Países Bajos”.

“Si quieres prenderle fuego a algo, haz esto”.

El ataúd viviente también está aprobado para su uso en cremaciones. Eso suena contradictorio, porque durante la combustión la red de raíces de los hongos también se quema y por lo tanto no se crea nueva vida. “Si quieres quemar un ataúd, preferiblemente este. Eso es realmente mucho más respetuoso con el medio ambiente”, responde Hendriks.

En DELA ya ven que hay demanda del ataúd viviente. “No cientos todavía, pero nos han preguntado varias veces”, dice Van der Voort. “Es una caja más cara por ahora, con nosotros costará poco más de mil euros”.

¿Es este el futuro? Van der Voort no lo sabe, pero según ella es un paso en la dirección correcta.



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