Las chicas de Pyongyang ganaron su tercer Mundial femenino sub-20, con un fútbol “total”, un entrenador inflexible y una estrella a la que comparan con Messi. ¿Un caso? No. Entre programas de vanguardia y propaganda del régimen, todo comenzó a principios de los años 80…
Imagínense un Mundial, y una selección que por orden: le dé seis goles a Argentina en su debut; gana el segundo partido contra Costa Rica por 9-0, vence fácilmente a Holanda en el tercero, intimida a Austria en octavos de final, elimina al favorito Brasil en cuartos de final y luego controla sin problemas la semifinal y la final, donde levanta el trofeo con el sexto gol en la demostración de un delantero al que comparan con Messi. Cuadro de honor en mano, ni siquiera es una hazaña, porque esta copa es la tercera vez que la gana. Es difícil de imaginar, es cierto y terminó hace unos días: el Mundial femenino Sub 20 de Colombia lo ganó merecidamente Corea del Norte. ¿Es a veces el fútbol juvenil un espejo distorsionador de la realidad? Es cierto, pero el ranking femenino de la FIFA dice que la bandera de Pyongyang ondea en el décimo lugar, por delante de Francia, Holanda, Italia y la mitad del mundo del fútbol que cuenta. En pocas palabras: ¿cómo es posible que Corea del Norte, una dictadura totalitaria que según las Naciones Unidas “no tiene igual en el resto del mundo” y que ocupa el puesto 111 con tendencia a la baja entre los hombres, se haya convertido en un potentado del fútbol femenino?