Los sentí brotar de mi espalda baja, el alivio cuando leí el título en el periódico: “El jefe debe proporcionar una buena silla de oficina”. El jefe. Yo no, porque si lo tengo que pagar yo mismo me compro uno por 45 euros en WEBA. Leí el artículo con entusiasmo: “El gobierno federal está trabajando en una ley que equipara el riesgo de sufrir lesiones de espalda en el trabajo con la exposición a carcinógenos. Como resultado, a partir de ahora los empleadores tendrán que preocuparse por su espalda y su cuello”. Aunque leí más tarde: “Eso no significa que cada empleado recibirá inmediatamente una nueva silla de oficina”, pero eso no me arruina la diversión. Porque en el periódico es como en el fútbol: en caso de duda, sigue siendo el árbitro quien decide, no el VAR. Asimismo, en caso de duda, cuenta el título, no lo que sigue más adelante en el texto. ¿“El jefe debe proporcionar una buena silla de oficina”? ¡Lo tiene, el villano!
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