Por supuesto que el adiós fue sobrecogedor. Porque tenía que hacerlo. Te lo mereces. Hay tanto por lo que los simples mortales te estamos agradecidos. Grandes cosas, pero también pequeñas. Porque en las pequeñas cosas se nota tu grandeza.
Ireen, gracias por tu franqueza y el hecho de que siempre tuviste un ojo para tus fans; grande o pequeño.
Gracias por tus lágrimas cuando no fuiste campeón de Europa en Collalbo, porque tú también eres humano.
Gracias por ese dedo medio contra el cáncer cuando te convertiste en campeón mundial después de que falleciera tu mejor amigo Paulien. Eso fue impresionante.