Lo que ha influido negativamente en el trato con Engie, sospecha el columnista Jan Segers, es el deber de los empleados del gabinete de Tinne Van der Straeten de desconectarse después de las horas de trabajo. “La ministra exigió prueba de desvinculación a sus empleados. Cada hora tenían que demostrarle con una foto que no estaban detrás de sus computadoras portátiles, ocupados con Engie”.
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