Ningún niño cae en la trampa cuando los padres actúan como si nada estuviera mal, mientras que sus silbidos y expresiones faciales no dejan ninguna duda de que hay un pelo serio en la mantequilla. La tensión y el descontento se pueden encontrar en mucho más que solo palabras. A partir de ahora, los ministros federales ya no podrán expresar reservas sobre las decisiones gubernamentales. Según el nuevo ‘código deontológico’, una Excelencia que no pueda vivir con eso debería dimitir. No hay lugar para notas falsas con Vivaldi. ¿Qué se espera lograr con esto? ¿Una impresión más positiva entre la población? ¿Una imagen de unidad?
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