Edward Spier y Jurrien Berghuis tienen dos similitudes importantes. Ambos aman el baloncesto y son devotos de Gambia. Utilizan su fascinación por el deporte para servir al país de África occidental.
Con su fundación Aros para Gambia ayudan a que la población local juegue baloncesto. Porque al estar presentes en el campo deportivo, hay menos riesgo de que los jóvenes caigan en la ruina, por ejemplo en la industria del alcohol y las drogas. “El baloncesto mantiene a los jóvenes fuera de las calles”, coinciden los aficionados al baloncesto de Asser en el programa de Radio Drenthe cassata.
De ambos socios, Spier fue el primero en entrar en contacto con Gambia. En 2017 estuvo allí de vacaciones y acabó en Bakau, donde no pudo apartar las manos de la conocida pelota roja que rebotaba. Dio formación a la población local y después quiso más. Porque las condiciones para jugar al baloncesto son terribles según los estándares de Europa occidental.
“Lo llamas baloncesto”, dice Spier, “pero las canastas no son canastas, los cuadrados son muy viejos, las cabras caminan sobre ellos y no tienes baños”. Y puede seguir así…
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