Con bloqueos estrictos, China ha tratado de cortar de raíz los últimos brotes de coronavirus. Los bloques de casas fueron sellados herméticamente del mundo exterior tan pronto como hubo alguna sospecha de un posible caso de Covid-19. El transporte público se paralizó y el resto de la economía, incluido el puerto mundial de Shanghái, se paralizó en gran medida.
Por el momento, las flexibilizaciones anunciadas solo aplican en distritos donde no se han reportado más casos de contagio. Además, no se aplican a todo: el corresponsal Leen Vervaeke informa desde Beijing que los restaurantes y las escuelas permanecerán cerrados por el momento, y que cientos de edificios en la ciudad permanecerán cerrados porque se ha informado de un caso de coronavirus o porque alguien está en cuarentena por contacto con una persona infectada.
En las megaciudades de Beijing y Shanghái, el duro régimen del coronavirus provocó una enorme frustración e incluso raras protestas abiertas. Los vecinos que estaban encerrados en sus torres residenciales expresaron su descontento a gritos. Por lo tanto, las relajaciones han sido recibidas con un suspiro de alivio, incluso si no llegan lo suficientemente lejos para muchos.
Turismo
Según el corresponsal Leen Vervaeke, es inusual que la relajación se introduzca tan rápido: la cantidad de nuevas infecciones solo ha estado cayendo durante tres días. Es posible que China haya pasado a la rápida relajación debido a la proximidad del Festival del Bote del Dragón, que se celebra el viernes, y en respuesta al daño dramático sufrido por la industria del turismo en China, pero especialmente en Beijing. Este último puede haber sido el motivo de la reapertura de los hoteles en los distritos turísticos, lo que llama la atención ya que los restaurantes todavía tienen que permanecer cerrados.
Las duras medidas se derivan de la política de cero covid de China que tiene como objetivo no darle oportunidad a Covid-19.