Chat GPT es el futuro, pero ya no para su creador: tras las cifras clave, los empleados también están a punto de marcharse

Tres directores ejecutivos en tres días y dos figuras clave que se mudan a Microsoft. La empresa de inteligencia artificial de la que más se habla en el mundo se encuentra en aguas turbulentas. Ahora que otros líderes y muchos empleados amenazan con seguirlos, el fin de OpenAI, empresa matriz de Chat GPT, parece estar cerca.

Laurens Verhagen

Ha sido difícil mantenerse al día con los desarrollos que rodean a OpenAI en los últimos días, incluso para aquellos directamente involucrados. El drama real comenzó el viernes con la renuncia completamente inesperada del cofundador y director ejecutivo Sam Altman. Su dimisión fue apoyada por el miembro de la junta directiva Ilya Sutskever, otro cofundador de la empresa fundada en 2015.

El punto final provisional parecía ser el nombramiento de Altman por parte de Microsoft. Junto con sus leales, puede intentar llevar los esfuerzos de inteligencia artificial de Microsoft a nuevas alturas. Entre esos dos momentos transcurren días de caos total que, además de un abuso de confianza entre los protagonistas, revelan principalmente una lucha de poder interna.

Según muchos analistas, esta lucha tiene que ver con una falla dentro de la empresa. OpenAI comenzó como una empresa sin fines de lucro, con el objetivo de enriquecer a la humanidad con hermosas aplicaciones de IA. Posteriormente, se añadió una sucursal comercial para pagar las gigantescas sumas de dinero que implicaba el desarrollo de la IA avanzada.

Esas dos ramas, con Sutskever y Altman como protagonistas, chocarían cada vez más. Altman era el hombre con contactos en Silicon Valley y tenía la capacidad de recaudar dinero, como los miles de millones de Microsoft. Su interés era hacer crecer la empresa lo más rápido posible, con tantos usuarios nuevos como fuera posible.

Como Steve Jobs

Por otro lado, el científico Sutskever, al igual que otros miembros de la junta directiva, vio con consternación que Altman lanzaba productos al mercado a un ritmo demasiado rápido y, por tanto, asumía riesgos de seguridad irresponsables. En una empresa exitosa se necesitan ambos tipos, dice Ilyaz Nasrullah, informático y estratega digital. “Puedes ver a Sutskever como Steve Wozniak de Apple, el hombre que ideó todo. Altman se parece más a Steve Jobs”.

Sin embargo, aún no está claro si el conflicto tribal fue el motivo del despido. La razón oficial: la junta directiva de OpenAI ya no confiaba en la capacidad de liderazgo de Altman. Otra teoría común sobre la ruptura es que Altman estaba demasiado ocupado creando nuevas empresas.

La revolución fue una completa sorpresa para casi todos los involucrados directamente. El propio Altman no parece haber previsto el golpe en ningún momento: la semana pasada concedió entrevistas y apariciones. Microsoft, que invirtió 13.000 millones de dólares (unos 11.800 millones de euros) y a cambio posee el 49 por ciento de las acciones, también sufrió un completo robo.

En las horas y días siguientes, los inversores intentaron persuadir a la junta directiva para que agradara a Altman, pero ya era demasiado tarde para ello. Luego, Microsoft pasó al plan B: Altman y sus confidentes trabajarán en el gigante del software para liderar un equipo de inteligencia artificial allí.

Montones de escombros

Como si el lío no fuera lo suficientemente grande, a la recién nombrada directora ejecutiva Mira Murati se le permitió dejar OpenAI después de dos días. El nuevo director ejecutivo es Emmett Shear, cofundador de la plataforma de juegos Twitch. Su ingrata tarea es llevar a la inflada empresa, valorada la semana pasada en 90.000 millones de dólares (unos 82.200 millones de euros), a aguas tranquilas.

Será difícil, porque el protagonista Sutskever ahora lamenta su papel en el despido de Altman: “Lamento profundamente mi participación en las acciones de la junta directiva. Nunca fue mi intención dañar OpenAI”, escribió en X.

Sorprendentemente, Sutskever también ocupa un lugar destacado entre los más de 500 (de un total de 700) firmantes de una carta dirigida a la junta directiva de OpenAI publicada el lunes. Anuncian su salida inmediata de OpenAI a menos que la junta directiva renuncie. Las palabras de la carta son inequívocas: “Sus acciones demuestran claramente que es incapaz de liderar OpenAI”.