Cellino en la encrucijada: ¿vender o subir? Brescia, el futuro es una incógnita

Las tres caras de la crisis: de los activos bloqueados a la preocupante clasificación hasta la contestación de la plaza

Debe jugar en tres mesas, Massimo Cellino. Tres partidos por ganar en uno que los incluye a todos, llamado Brescia. Está el nudo corporativo, el más intrincado. Está la ligada al campo, no menos delicada. Y está el de un cuadrado de mal humor, entre preocupado y deprimido. Esta es la imagen después de una de las semanas más turbulentas en los más de 100 años de historia del club.

El caso Brescia estalló cuando Cellino renunció a la presidencia. Un pensamiento que había madurado por primera vez el 24 de octubre, en una Junta Directiva convocada para comunicar la decisión de marcharse: propuesta rechazada por los regidores. El martes, la intención volvió a manifestarse dando como resultado un pronunciamiento: una elección fruto de «una profunda angustia interior» por «el proceso penal en el marco del cual se dictó la disposición que involucra de facto a Brescia», una causa judicial que ha «desgastado la serenidad necesaria para la gestión de una empresa compleja como es un equipo de fútbol». Todo gira en torno a un embargo cautelar de bienes (59 millones de euros) para investigaciones por delitos fiscales. Pero la Junta aún rechazó la renuncia e invitó a Cellino a quedarse. «Estoy considerando», su respuesta. «Pero la perspectiva siempre es la de vender el club»

El club es más vendible si se mantiene la categoría, si no se devalúa la plantilla, si no se devalúa un tesoro que para Cellino vale 30 millones (punto de partida de las negociaciones: en verano rechazó 20). Spal llega el domingo y los de Pep Clotet persiguen una victoria que les falta desde el 16 de septiembre. En ese momento eran primeros en la clasificación, tras empatar 1-0 ante el Benevento; ahora son séptimos a -5 de la zona A, +6 del playout. Para Cellino, el equipo «no es menos fuerte que el año pasado. Pero hay juicios, sentencias, la Casación». Que el 27 de enero examinará su recurso contra el maxi embargo. Mientras tanto, «los resultados no conseguidos últimamente son fruto de mi estado de ánimo que se refleja en el equipo y no lo digo por hincha, sino por mis muchos años de experiencia en el fútbol». Se necesita una persona al mando que pueda «llevar al Brescia a esos resultados que merece la pasión de la afición».

La disputa maduró (después de 4 años de B y solo uno de A) el sábado 5 de noviembre al final del empate con Ascoli (1-1): «¡Mira el partido, oh Cellino, mira el partido!», cantaba el Curva Norte. Siete días después, en Terni, nuevos cánticos contra el club tras el empate 0-0; aplausos en cambio para los jugadores que se detuvieron a saludar a los 257 aficionados que iban a cuestas. El sábado, al día siguiente de que la Junta rechazara la dimisión del presidente, apareció en el exterior del club una pancarta firmada por Ultras Brescia 1911 Ex-Curva Nord: «Cellino: ¿tú otra vez? ¿Pero no deberíamos volver a vernos?». Un descontento generalizado que ha afectado a la patronal más que una derrota en el campo. Ya puede partir desde el campo una operación-relanzamiento que calmará los ánimos, dejando entrever un futuro menos nebuloso que el presente. Para la afición, «falta un proyecto», no apoyo. Pero los proyectos se construyen sobre las victorias.



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