Caos de entradas, algunos hinchas del Inter se quedaron fuera del Do Dragao

A pesar del trabajo diplomático, algunos de los hinchas nerazzurri con entradas regulares no pudieron ingresar

De nuestro corresponsal Filippo Conticello

No un cuestionable exceso de celo de los policías portugueses contra los italianos, sino un auténtico incidente diplomático entre dos grandes clubes europeos. Cerca de mil hinchas del Inter, todos con entradas regulares y luego de amplias garantías, permanecieron afuera de las puertas del estadio Dragao. La broma a pesar de que por la tarde se llegó a un acuerdo entre el Inter y el Oporto, con la supervisión de la policía local. había pasado elpunto muerto con una serie de reuniones, parecía haber prevalecido el sentido común para resolver un problema surgido de la forma de compra de boletos y luego vinculado a cuestiones de orden público: la realidad resultó ser otra. “Estamos cerca de los miles de aficionados que quedaron fuera -dijo después Marotta-. Es un hecho grave que no debe volver a ocurrir nunca más, vamos a presentar una denuncia a la UEFA para que se entienda lo que pasó: vi niños llorando”.

El caso

Muchos aficionados, que no pertenecían a grupos organizados y llegaron por su cuenta, habían descubierto por la mañana que las nuevas restricciones impuestas por las autoridades portuguesas les habrían impedido entrar: «culpa» de su compra en los canales oficiales del Oporto y por tanto no en el sector visitante. Una decisión legítima, en el punto de derecho según el reglamento, con la clara intención de no mezclar en modo alguno a hinchas de creencias contrarias, pero que pareció ser superada por el acuerdo entre todas las partes de la tarde: el Inter estaba garantizado por el mismo Oporto que al final habría entrado toda su afición, salvo los que habían comprado la curva caliente del portugués: un riesgo demasiado alto. Precisamente a la luz de estos acuerdos, el Inter quedó asombrado por lo sucedido en las largas horas previas al partido: la afición, que acudió por precaución sin vestir nada de negro, fue rechazada a pesar de todo. No solo un rebote táctico de los comisarios de un torniquete a otro y esperando en un estrecho embudo: al final, los que lograron llegar al torniquete vieron su cupón «desactivado» por la máquina. En ese momento, cuando fue necesario mostrar el documento italiano, todos fueron rechazados. Difícil no ver mala fe. En resumen, solo una fracción de los afortunados disfrazados logró conseguir su trabajo. “Nos sentimos estafados, nos hemos gastado cientos de euros en billetes, vuelos y pernoctaciones”, dice Danilo, uno de los tantos que permanecieron en la balanza durante horas hasta el bulo final. Pertenece al club calabrés de Rogliano: como muchos solo ha visto el exterior de Dragao.



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