La estrella rossoneri a sus 16 años da el susto que hacía falta y el estadio enloquece. Tras el gol anulado al Brujas, Francesco se detiene en el larguero. Pero Tammy le agradece y le dice “es gracias a ti”. Es una paradoja: le va mejor en Europa que en la Sub 23.
El bien del equipo, los objetivos del grupo, la importancia del colectivo: todos conceptos nobles e imprescindibles para un equipo de fútbol, pero ve y díselo a un chico de 16 años que acaricia dos veces la historia del primer gol. en la Liga de Campeones y dos veces el grito se le ahoga en la garganta. Ahora bien, llamarlo maldición probablemente sea excesivo porque en ambos casos ganó el Milán y por lo tanto sí, claro, el equipo está antes que las personas. Sin embargo, en definitiva, en términos personales, digamos que hasta este momento las estrellas de la Copa de Campeones no han brillado mucho para Francesco Camarda. Tendrá que contentarse con ser calificado como uno de los artífices de esta victoria, aunque su nombre no haya aparecido en el marcador y, después de todo, teniendo en cuenta todos los partidos que Francesco tiene por delante, no hay por qué sentirse Qué lástima por eso.
cariño de San Siro
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Fonseca lo mete en el minuto 38 de una segunda parte que iba por el único camino que no debía: Milán asustado, contraído y pillado de igual a igual por el Estrella Roja. Camarda también entra porque hay un delantero centro menos en el banquillo: la lesión de Morata obligó al técnico a insertar a Abraham ya en la primera parte y por tanto sigue siendo el único delantero central disponible. Y es una presencia que al final se hace necesaria porque el Diablo tiene una extrema necesidad de volver a poner la cabeza. Cuando entra Francesco, en un San Siro bastante desanimado por el desarrollo del partido, es como una chispa que reaviva el estadio. Meazza cobra vida gritando su nombre, como se hace con aquellos de quienes se espera algo importante. El cariño del pueblo rossoneri por este chico es algo inconmensurable y se ve recompensado en el espacio de cuatro minutos. Chukwueze centra desde la derecha y Francesco salta. Salta alto aprovechando su especialidad, es decir, quitarle tiempo al defensor. Avance brusco, cabeza que gira, balón que acaba en el guante del portero Gutesa y de ahí en el larguero, para luego deslizarse hasta el pie de Abraham, que se cuela en la portería serbia.
PARADOJA
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El nombre de Tammy quedará impreso en ese marcador, pero la génesis del gol la firmó Camarda. No en vano Abraham va a abrazarlo y le dice muy claramente “es gracias a ti”. Unos minutos, hasta el pitido final, liberadores, pero intensos. Francesco pelea, codazo, recibe un hombro que lo expulsa del campo, intenta un derechazo que sale en brazos del portero. Es un tipo confiado y se nota claramente. Ese cabezazo se parece mucho al gol marcado contra el Brujas. Un movimiento más o menos fotocopiado, salvo que luego se interpuso el VAR, robándole el helado de las manos por un puñado de centímetros de fuera de juego. El contexto, sin embargo, era diferente. Esa tarde el Milan ya ganaba y el gol de Francesco habría sido la guinda del pastel. Esta vez su aportación fue decisiva porque nos permitió ganar el partido y dar un paso vital hacia los octavos de final. Con el Milan Futuro hace unos días falló un penalti: quizás Fonseca tenga razón cuando dice que para tipos como él es paradójicamente más fácil jugar en el primer equipo que en la Serie C.
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