De Locride a Rimini, pasando por las pequeñas playas que sobreviven entre los puertos y los arrecifes artificiales, para terminar en las “playas de bolsillo” de Asinara. Se trata de una superficie de 120 kilómetros cuadrados, casi tanto como el territorio del municipio de Ostia en Roma, que ocupan las playas italianas.
Un espacio no “demasiado grande”, repartido a medias entre Calabria, Sicilia y Cerdeña, que tiene que hacer frente a la erosión y a fenómenos que provocan cambios temporales o permanentes.
el censo
Este escenario lo perfila el último censo realizado por el ISPRA para actualizar el estado de las costas y playas y, al mismo tiempo, estudiar los fenómenos de erosión provocados por el viento y el cambio climático pero también por las intervenciones humanas. El informe también sirve para “fotografiar” el estado de las cosas e identificar las zonas de riesgo.
Del estudio, realizado mediante un sistema que combina ortofotos e imágenes de satélite, se desprende que, en promedio, las playas italianas tienen aproximadamente 35 metros de profundidad y ocupan aproximadamente el 41% de las costas, casi 3,4 mil kilómetros de un total de más de 8,3 mil. kilómetros.
En el sur, 2/3 de las playas italianas
Además, los gráficos desarrollados ponen de manifiesto que la distribución de la superficie por longitud de costa ocupada por playas no es en absoluto uniforme entre las distintas regiones. “Son las del sur y las islas mayores las que constituyen más de dos tercios de las playas italianas – subraya el informe -, mientras que regiones como Liguria o Emilia-Romaña se ven obligadas a gestionar un recurso relativamente pequeño”. Las condiciones no cambian mucho si consideramos los valores de superficie de las playas italianas. Las regiones del sur valen la mitad de la superficie nacional y Calabria, por sí sola, el 20% del total.