Burla de la Roma: pierde la final de la Europa League por penaltis. El Sevilla celebra: los errores de Mancini e Ibáñez son decisivos

Mourinho pierde su primera final europea tras 5 triunfos consecutivos, los españoles se confirman como maestros de un trofeo que ya han levantado 7 veces

De nuestro corresponsal Andrea Pugliese

Una batalla interminable, quizás incluso la final más larga de la historia. Un desafío sin fin, compuesto de duelos y venganzas. Y una decepción gigantesca, con la Roma perdiendo la final en los penaltis. Los errores de Mancini e Ibáñez fueron decisivos, cuando ya estaban fuera todos los lanzadores de los giallorossi.

Vamos Joya

Mourinho enseguida juega la carta de Dybala para intentar hacer el partido, mientras que Mendilibar en la delantera por izquierda prefiere a Gil a Lamela. El Sevilla calienta con una camiseta de ánimo para Sergio Rico (sevillano, que creció en el club), luego nos vamos y el primero en intentarlo es Dybala. Tocas en un manicomio, el estadio de dos tercios de Giallorossi, pero los ritmos nunca se levantan. La Roma apuesta por un 3-5-2 destinado a crear densidad en el medio y en el campo parece un acordeón: por momentos se levanta para ir a presionar las fuentes de juego españolas, por momentos se acurruca para dejar ver el oponentes e intentar hacer daño en los espacios. Pero los españoles, de hecho, no suben el ritmo, simplemente para no arriesgar. Más bien buscan amplitud, más a la derecha con Navas y Ocampos que a la izquierda con Telles y Gil. Pero, en general, producen poco y la primera gran oportunidad real le sucede a Spinazzola, quien, sin embargo, patea a Bono sin fallar. Telles y Gudelj cuidan de cerca a Dybala, que tarda en repostar, pero cuando pone la marcha adecuada es la decisiva: Cristante recupera el balón de Rakitic, Mancini adivina el pasillo correcto en vertical y Joya no deja salida a Bounou. Minuto 35, la Roma se adelanta y los giallorossi enloquecen de alegría. Poco antes se había producido una protesta por un contacto entre Gudelj y Abraham en el área, pero el defensa serbio primero se hizo con el balón y luego con la cabeza al inglés. ¿Y Sevilla? Hasta el último minuto del tiempo añadido (unos buenos 7 minutos) no produjo casi nada, salvo un cabezazo inofensivo de En-Nesyri y dos remates altos de Torres y Fernando. Luego, a un suspiro del descanso, es Rakitic quien pone los pelos de punta a Rui Patricio, pero su zurdazo pega en el poste.

La reacción

Mendilibar entonces arriba cambia todo un poco, mandando a Suso y Lamela por Torres y Gil. Los balones empiezan a llover en el área de los giallorossi: Ocampos busca un inverosímil chileno, Telles lo intenta nada más entrar al área. Luego, en el minuto diez, el Sevilla empató, con Mancini desviando un centro de Navas a puerta en un intento de adelantarse a En-Nesyri. Mou predica la calma, pero el verdadero problema de la Roma es que ahora el centro de gravedad está demasiado bajo y al equipo le cuesta recuperarse. Necesitamos absorber las repercusiones psicológicas del gol, necesitamos encontrar nuevamente la serenidad y el equilibrio. En el minuto 20, sin embargo, la Roma pudo pasar de nuevo, pero en la mezcla del área primero Abraham y luego Ibáñez no pudieron meterlos con errores sensacionales. Y aquí acaba también el juego de Dybala (en Wijnaldum), que llevaba un rato cojeando. Ahora el esquema de juego es diferente, con la posesión del balón española contrapuesta a los lanzamientos sobre Abraham, que sin embargo vuelve a perderse el partido. Y de hecho Mou lo saca adelante, apoyándose en Belotti. 15′ para el final Taylor concede penalti por falta de Ibáñez sobre Ocampos (full ball), pero luego vuelve sobre sus pasos con ayuda del Var. Luego viene la mano de Fernando (considerada involuntaria por Taylor), el gol devorado de Belotti y los últimos intentos (out) de En-Nesyri y Fernando.

el gran final

Entramos en la prórroga, en busca del golpe de efecto que cambie el ímpetu del partido. Pero los equipos se alargan, vives de lágrimas y el cansancio se siente en las piernas. La primera mitad se escapa así, sin grandes emociones. El segundo arranca con codazo de Lamela a Ibáñez (labio partido), luego Matic que cae del cansancio, larguero de Smalling en su último suspiro y penaltis para decidir el trofeo. La Roma, sin sus tres lanzadores de penaltis (Pellegrini, Dybala y Abraham), se tira por debajo de la curva del Sevilla: Mancini e Ibáñez se equivocan, Montiel también les imita pero Taylor le hace repetir y el Sevilla se lleva la copa. Una decepción interminable. Incluso inmerecido.



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