La armada brasileña anunció el viernes que había hundido el viejo portaaviones Foch, que está lleno de amianto, pintura y otras sustancias tóxicas. La decisión ha generado fuertes críticas de varios grupos ambientalistas. El Ministerio Público y la agencia ambiental brasileña Ibama también se opusieron al hundimiento del portaaviones.
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