Bono verde, el esquema europeo desafía los bonos verdes tradicionales


Los bonos verdes son los principales instrumentos financieros para apoyar la transición energética. Según la Climate Bonds Initiative, la biblia de la industria, hasta la fecha se han emitido 3,25 billones de dólares en bonos verdes. Y desde principios de 2024, en particular, los bonos verdes han alcanzado los 432 mil millones de dólares con un máximo en mayo de 85,4 mil millones de dólares. Cifras importantes por tanto.

La fórmula ICMA

El bono verde, en definitiva, permite destinar la recaudación de dinero en el mercado a iniciativas relacionadas con la transición medioambiental: desde plantas eólicas o solares hasta plantas de reciclaje de residuos, pasando por edificios ecológicos. Esta es la lista no exhaustiva que ofrecen los Principios de los Bonos Verdes, el documento de la Asociación Internacional de Mercados de Capitales (Icma), punto de referencia en los últimos años para empresas y estados que han emitido bonos verdes.

Hay dos características principales de este instrumento financiero: la restricción en el destino del dinero recaudado de los inversores y la presentación de informes periódicos para informar al mercado del estado de la técnica. La segunda opinión, sin embargo, es opcional, es decir, el informe de un tercero que certifica cuánto está logrando la empresa (o el Estado) con el dinero de los inversores.

La nueva entrada europea

Por tanto, Icma es el estándar actual del mercado. Sin embargo, hay una nueva entrada europea. De hecho, Bruselas lleva años trabajando en la legislación para un bono verde de la UE. El resultado de este trabajo es el reglamento 2023/2631 que introduce el bono verde europeo (EUGB) y que será aplicable a partir del 21 de diciembre de este año.

Descubra más

En ese momento habrá dos grandes familias con reglas diferentes y algunas diferencias decisivas: el bono verde Icma es en realidad una autorregulación que no prevé sanciones. La única sanción es la del mercado: quien no respeta estas reglas pierde la confianza de los inversores. Quienes, en cambio, eligen el camino del bono verde europeo, adoptan un esquema (marco) con obligaciones muy específicas que también incluye un sistema de supervisión y sanciones.



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