Brace en el primero como capitán, uno con la afición que revisó el coro en el pasado dedicado a Adriano: el mercado de fichajes y la tristeza quedaron atrás, así Toro se apoderó del mundo nerazzurro
Hubo un Lautaro Martínez que quiso escaparse del Milán tras unos meses en el Inter: se subió a su coche y se paseó solo para desahogar su tristeza. Y también un Lautaro Martínez que efectivamente fue sustituido en cada partido, ante los demás, sin poder entenderlo. Ahora no hay Inter sin Toro y uno no se imagina a Lautaro lejos de lo que es un mundo construido a su alrededor: cada vez más líderes, cada vez más delanteros. Capitán reconocido, con un brazalete llevado al son de los goles, rendimiento, lealtad, empatía con la afición, espíritu nerazzurro. El doblete de Monza -tan aparentemente sencillo de marcar, pero que encarna el Toro desde el área de penalti- es una declaración, un aviso a los regatistas: el equipo de Inzaghi tiene hambre, como su piloto.