Por Oliver Ohman
Mismo hombre, mismo lugar, misma frase: «Soy berlinés».
El presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, se dirigió a ella el 26 de junio de 1963 frente al Ayuntamiento de Schöneberg. 60 años después, su histórico discurso de libertad pudo volver a vivirse in situ en la gran pantalla.
Muchos miles de berlineses asistieron el sábado al festival ciudadano en la Kennedy-Platz. Se celebró un doble aniversario: 75 años del Puente Aéreo y 60 años del discurso de Kennedy.
El alcalde gobernante Kai Wegner (50, CDU) llamó a Berlín la ciudad de la libertad y reveló: «Mi padre también estaba en la plaza en 1963 y escuchó a Kennedy. Se fue de la plaza con mucha esperanza». La embajadora estadounidense Amy Gutmann (73) recordó hoy la lucha de los ucranianos por la libertad y el sobrino de Kennedy, Timothy Shriver (63), agradeció a los berlineses por albergar las Olimpiadas Especiales (lea más en las páginas 20/ 21).
Cuando el discurso de Kennedy apareció en la pantalla a las 7:20 p. m. (en su totalidad, 18 minutos, con traducción al alemán), se me puso la piel de gallina. A continuación sonó la campana de la libertad en la torre del ayuntamiento en memoria de las víctimas del puente aéreo.
La US Air Force Jazz Band de Ramstein tocó, mientras que los coros de la Escuela John F. Kennedy en Zehlendorf cantaron. Los colegas de la colección de historia policial exhibieron dos tesoros de motocicletas. Máquinas BMW R50 que escoltaron la visita de Kennedy en 1963 y una chaqueta de uniforme blanca que estaba en uso en ese momento.