Barrios desconocidos, barrios serios y un experimento parisino


Antonella Baccaro (foto de Carlo Furgeri Gilbert).

C¿Qué pasó con los abrazos virtuales que aliviaron nuestro aislamiento durante el encierro? Y el canto en las ventanas, el tenis regateando entre gradas, ¿El deseo loco, nunca antes sentido, de conocer a los vecinos? Parece que fue hace toda una vida.

La realidad de nuestros barrios ha vuelto a ser la de muchas soledades que se tocan. Este es el significado de muchos mensajes que me enviáis. ¿Que pasa ahora?

Alguien en París tuvo una idea.. Mi colega Stefano Montefiori escribe sobre Corriere della Sera que «el periodista Patrick Bernard empezó a reflexionar sobre cómo reactivar las relaciones sociales en su calle del distrito 14 de París.»

Entonces «estableció su cuartel general en un café y comenzó a decir su bonjour, invitar a la gente a reunirse con él los sábados por la mañana para construir una comunidad y proponer actividades para hacer juntos.»

Espacios por recuperar, proyectos para potenciar territorios y reactivar comunidades

El éxito fue extraordinario y culminó con un almuerzo con cientos de asientos en la calle. Un ritual que ahora se repite cada año. Es la République des Hyper Voisins, la República de los Hiper Vecinosun experimento de ingeniería social, nacido desde abajo, alejado de la política pero que ahora la política ha abrazado.

«El gobierno francés – afirma Montefiori – destinará 200 millones de euros para apoyar el proyecto de Patrick Bernard para llevar la République des Hyper Voisins a todo París: 150 pueblos en 15 años.»

Qué bien, me dije. Pero luego pensé en eso En mi barrio también se hizo algo parecido, usando Facebook.donde se creó una página social a la que muchos nos registramos.

Resultado: se publican numerosos anuncios, fotografías de accidentes en los cruces o de llaves perdidas o colchones abandonados. En breve, poco más que una página de servicios, donde como mucho se pueden encontrar los raros números de teléfono de los artesanos locales.

Y creo que lo que falta es el coraje de uno de nosotros para sonreír en un bar, invitando al vecino a sentarse, a conversar, a inventar una tarde diferente. Juntos.

Atentos a mirarnos a nosotros mismos en la pantalla de un teléfono móvil, como Narciso en la fuente, Preferimos nuestro reflejo a la humanidad que pasa a nuestro lado.

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