Recibió una herida de bala y perdió un ojo, afirmó el empresario Wim Beckmann. Pero él todavía estaba vivo. Su entonces novia, la bailarina de barra Samira Bekkar (27), tuvo menos suerte: estaba muerta. Dos balazos en la cabeza. Mañana, 16 años después, comenzará el juicio penal por el asesinato de la villa de Amberes. “Tomé un somnífero y cerré la habitación”, dijo entonces Beckmann a los investigadores, que al principio pensaron que se trataba de un acuerdo. Hasta que resultó que las puertas blindadas de la villa sólo se podían abrir con una placa… una de las cuales estaba en el bolsillo de Beckmann.
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