Asignación de contratos telefónicos, competencia distorsionada


En el campo de las telecomunicaciones como en otros, la competencia debe ser pensada para no prohibir el acceso de los actores más pequeños a sectores estratégicos, a riesgo de ralentizar el desarrollo socioeconómico de los territorios. En Isla Reunión, la asignación del mercado de frecuencias de telecomunicaciones es un desgarrador caso de libro de texto de un ataque a la competencia decidido por una autoridad reguladora que se supone que es la garante.

Competencia distorsionada orquestada parcialmente por el regulador

A fines de mayo pasado, ARCEP finalmente asignó las frecuencias bajas a Reunión. Como era de esperar, el jugador más pequeño, ZEOP Mobile, estaba particularmente mal, en comparación con los gigantes SFR, Orange y Free. Primero, solo obtiene unas pocas bandas cuantitativamente, solo 5 MHz en total y para todas las frecuencias bajas. Entonces, la empresa local no podrá innovar ofreciendo redes 5G con estas bandas y por lo tanto se queda confinada a 4G (DSS). Es imposible que el grupo se posicione de esta forma en las tendencias del mercado insular y responda a las perspectivas de una conversión masiva de los reunioneses al 5G.

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Las bajas frecuencias de telecomunicaciones son, según los expertos del sector, las más estratégicas del mercado gracias, en particular, a su probada capacidad para penetrar fácilmente en los edificios. En palabras de la Autoridad de Reglamentación de las Comunicaciones Electrónicas, Correos y Distribución de Prensa (ARCEP), la asignación de bajas frecuencias de telecomunicaciones debe por tanto ser parte de una lógica de arbitraje entre dos principios. Por un lado, una lógica de desarrollo regional y por otro, el mantenimiento de la dinámica competitiva en estos mercados.

La competencia distorsionada es un freno para el desarrollo de los jugadores locales

Sin embargo, los criterios de asignación de frecuencias de telecomunicaciones especifican que se subastan parcialmente, lo que no garantiza ni lo uno ni lo otro. Por el contrario, favorecen a los actores con mayores medios económicos, independientemente de su origen local y sus inversiones pasadas en el territorio. En este contexto, ARCEP está enviando una señal dañina al mercado al sugerir de facto que las iniciativas de desarrollo local en sectores regulados chocarán sistemáticamente con el techo de cristal de un coste de entrada fijado por grandes actores, a veces incluso ajenos a los territorios.

La competencia entre operadores es fundamental, tanto para la eficiencia económica como para las libertades de los consumidores, “Free to Choose” (libre de elegir) decía el premio Nobel de economía Milton Friedman. De hecho, la economía pone de relieve cómo la competencia permite aumentar la oferta (la cantidad producida), reducir los precios, animando a las empresas a gestionar racionalmente e invitándolas a innovar para seguir siendo competitivas. Además, para el consumidor, la competencia permite dar a cada uno más opciones sobre a quién y dónde desea destinar parte de sus ingresos, de acuerdo con sus preferencias económicas, políticas, sociales, culturales y regionales.

Repensar los criterios de asignación en los sectores regulados

Las condiciones para la asignación de frecuencias bajas en Reunión son, en más de un sentido, particularmente hostiles para los nuevos entrantes. En primer lugar, la apertura a la competencia desarrollada por ARCEP parece una renta industrial, porque regularmente son los mismos jugadores los que se benefician de los contratos, sobre todo porque hay pocos jugadores en este mercado, ya que el costo de entrada es considerable.

Entonces, en el caso de ARCEP, la exclusión de jugadores, aunque modestos, pero muy bien establecidos localmente, frente a los gigantes de la industria, contribuye a impedir el desarrollo financiero de potenciales competidores en este sector de actividad, mientras que al crear, de manera más o menos artificial, rentas para los actores ya establecidos.

En tercer lugar, la duración de los contratos adjudicados por las cintas, 15 años, parece especialmente larga y vuelve a ser una barrera “arbitraria” a la entrada de competidores. Permite a los jugadores ya presentes aumentar sus ingresos durante un período de tiempo considerable, mientras que los competidores quedan excluidos del mercado durante un período muy importante en detrimento del desarrollo financiero potencial.

El desarrollo socioeconómico de los territorios de ultramar se basa en parte en el surgimiento de poderosos actores locales, incluso en los sectores más estratégicos y de difícil acceso. Por tanto, los procedimientos de adjudicación de contratos públicos deben tener en cuenta, por un lado, los establecimientos locales, para favorecer a los actores históricos, pero también para no frenar el espíritu emprendedor de los líderes empresariales locales, asignados a la inmovilidad en mercados donde el costo de entrada, tanto real como percibido, se considera demasiado alto.



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