La semana pasada hubo un escándalo por la traducción holandesa de Batalla final, un libro sobre la familia real británica. La edición holandesa reveló accidentalmente los nombres de dos miembros de la familia real británica que supuestamente hicieron declaraciones racistas sobre el próximo bebé del príncipe Harry y Meghan. Qué hay de nuevo, Tu dirías. Lo especialmente novedoso fue que luego se insinuó que los traductores habían inventado esos nombres. Nació un revuelo mediático.
¿Qué está pasando realmente? Para empezar, hay editores que ven dinero en libros que cuentan historias jugosas sobre celebridades y miembros de la realeza. Estos libros suelen tener una vida útil muy limitada. Por eso los editores quieren publicar la traducción al mismo tiempo, o preferiblemente antes de la edición en inglés.
SOBRE EL AUTOR:
Anne Marie Koper es presidenta de la Sección de Traductores del Sindicato de Autores.
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¿Cómo funciona? Por lo general, se contrata un equipo de traductores antes de que haya un manuscrito final. En una etapa posterior, el equipo recibirá cambios al texto original. Esas correcciones pueden variar desde cambios menores hasta eliminar o agregar párrafos completos.
Sin secretos
Una vez realizados esos cambios, el manuscrito completo, si todo va bien, será revisado por editores (independientes). El proceso de edición exacto varía según el editor, pero no es ningún secreto que los editores escatiman cada vez más en este proceso. Porque eso requiere tiempo y dinero (y el tiempo es dinero).
Algo puede salir mal en todo tipo de momentos de ese proceso, especialmente porque hay que trabajar bajo una gran presión de tiempo. Lo que está especialmente mal en esto es esta forma de publicar: pagar mucho dinero por los derechos de traducción, pero engañar a traductores y editores independientes con una compensación exigua.
De vuelta a la desagradable historia que lo rodea Batalla final: es incomprensible que los traductores sean responsables de este “desliz de pluma”. Y es inquietante que algunos medios estén tirando a estos traductores debajo del autobús a cambio de clics.
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