Los documentales de Ken Burns ganan premios incluso antes de ser proyectados. Son tan minuciosos y largos que deben ser series.
Burns explicó la Guerra Civil Estadounidense de una manera que hizo llorar a los coleccionistas de soldaditos de plomo. Explicó la Segunda Guerra Mundial usando el ejemplo de cuatro ciudades estadounidenses y las cartas que los soldados escribieron a casa. La guerra de Vietnam se entiende a través del documental “Vietnam” de Burns.
Burns y los autores Sarah Burns y David McMahon tardan ocho horas en completar Muhammad Ali, divididas apropiadamente en cuatro “rondas”. Usando la película de Ali como ejemplo, se puede estudiar por qué Burns es el mejor historiógrafo y el mejor documentalista.
Cuenta la historia desde el principio: al pequeño Cassius Clay le roban la bicicleta en Louisville. Está buscando un policía. Termina en un sótano donde la policía está boxeando. Cassius también quiere boxear. No tiene mucho talento, pero tiene una voluntad fuerte. Ocho años después es campeón olímpico, doce años después campeón mundial.
Muchos narradores poco fiables.
Vemos a Casio. Vemos a su hermano. Vemos el edificio. Vemos al entrenador de boxeo de la policía. Vemos la bicicleta. Vemos al hombre que construyó la bicicleta. Luego escuchamos a la primera esposa del hombre que luego se hizo llamar Muhammad Ali. Escuchamos a su hermano. Escuchamos a su hija. Estos narradores no son confiables.
Luego escuchamos a reporteros deportivos, escritores y boxeadores. Tampoco son confiables, pero no todos están del lado de Ali. Un boxeador dice que en el campeonato mundial de 1964, Sonny Liston, después de un puñetazo apenas reconocible (que Ali luego acuñó como “tiro de ancla”), cayó al suelo con una fuerza extraña y rodó de lado teatralmente. La foto más famosa de Ali fue tomada después de esta caída.
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Los observadores blancos y negros por igual han calificado las diatribas de Ali contra Joe Frazier y George Foreman (“Tío Tom”, “Feo”) como “crueles” y “racistas”. Que Ali dejó caer a su amigo Malcolm X no está oculto.
En resumen, Ken Burns y sus autores presentan todo desde diferentes perspectivas e interpretaciones. Charly Hübner lee la narrativa alemana repleta de hechos. Y Muhammad Ali no se está volviendo más pequeño. Pero tampoco al contrario.
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