Arne Willander mira la televisión: Maischberger y su gran público


Al inicio de su espectáculo, Sandra Maischberger saluda con aire de suficiencia a “mi gran público” y al final se despide de “mi gran público”. Los demás procesos en “maischberger” también están ritualizados. Tres comentaristas llevan un rato sentados en el mostrador y Maischberger los interroga desde un lado. Entre estos actores cambiantes se encuentran periodistas como Susanne Gaschke y Markus Feldenkirchen, el productor de cine Hubertus Meyer-Burckhardt, el editor Wolfram Weimer y el actor Hannes Jaenicke.

Opiniones definitivas son bienvenidas aquí. En la parte central hay diálogos detallados con agitadores como Gerhart Baum, Sahra Wagenknecht, Markus Söder y Friedrich Merz, a veces también “El duelo”, un intercambio de golpes con personajes tan entretenidos como Christian Dürr, Alexander Gauland y Robert Habeck. ¡Y Federico Merz! Merz es la elección ideal para el “maischberger”. Está bien en todas las posiciones, incluso en la grada visitante tras su actuación.

Sandra Maischberger condujo el famoso programa juvenil “Live from the Slaughterhouse” con Giovanni di Lorenzo y más tarde el aún más famoso programa “0137” con Roger Willemsen. También entrevistó a menudo en televisión al fallecido Helmut Schmidt y realizó un documental sobre sus giras de conferencias. El Oráculo de Eidelstedt inhaló cigarrillos mentolados y explicó el mundo. Le gustaba Maischberger.


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Pero ella también es el espectáculo. Con la cabeza ladeada y una sonrisa agridulce, no deja escapar a nadie. “No respondiste la pregunta”, dice a menudo. Si es necesario, ella intervendrá.

Parece amable y no afectada. Le interesa la política, pero su enfoque es inmediatamente pragmático. A diferencia de Markus Lanz, ella no tiene patetismo ni sentido de misión.

Rara vez invita a personas que no hablen de política. El empresario Wolfgang Grupp es uno de ellos. Grupp es el fundador de la empresa textil Trigema, que utiliza un chimpancé para anunciar camisetas. Tiene un escritorio en la oficina diáfana de su empresa, cree que trabajar desde casa es una obra del diablo y piensa que las redes sociales son una idiotez. Tiene 81 años y puede decir cualquier cosa. Quizás Wolfgang Grupp sea el que explique el nuevo mundo tras la muerte de Helmut Schmidt.



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