Aprensivas, heroicas, neuróticas, tóxicas, establecidas, supervivientes: un libro recoge las historias de una treintena de madres, muy diferentes entre sí pero unidas por un hilo conductor


METRO.la maternidad es una mujer con un niño en brazos: es sana, es su niño. “Se espera que sea feliz, debe ser feliz porque tiene todo lo que quería, ¿no?”, provoca Roberta Colombo Gualandri, quien junto a Silvia Icardi firma el libro. Las palabras de las madres, voces, susurros, llantos. «Pero no. El no esta feliz. Una madre no necesariamente es feliz y debe poder decirlo: que está frustrada, triste, enfadada, sola, derrotada.. Trabajé en este proyecto solo para enviar este mensaje. Y no sólo a las madres».

Historias de maternidad: diferentes pero con algo en común

El libro (cuya recaudación se destina íntegramente al apoyo del proyecto de la Fundación Francesca Rava Humanización del lugar de nacimiento en Mangiagalli) recoge una treintena de historias de madres muy diferentes entre sí por extracción social y vivencias, unidas por sentimientos que las hacen similares.

Hiperreligiosas, heroicas, tóxicas, establecidas: todas las madres, a su manera

De Francesca (Turci)hermana de Paola), que ha vivido el cansancio de la terapia intensiva, a Sara, que lucha con la depresión, que se arriesgó a ver morir a su hijo en sus brazos. de valeria, trece hijos y una fe inquebrantable en Dios y la ironía seguir (porque «Se pasan los zapatos, se remiendan las medias, se hace el baño de tres en tres»), para Laudomia Pucci, heredera del modistotres hijos, que han podido contar con muchos apoyos para criarlos sin renunciar a su carrera.

de Stefania, hija de padres toxicos («La cocacina de mi casa la pasaban por la aduana como si fuera una copa de vino»), una madre siempre huyendo de la adicción, para martina colombari, que habla de las angustias de la maternidad como mujer aprensiva («Yo era la del doble pesaje, antes y después del amamantamiento»). Desde Federica, que vivió treinta años con un hombre violento, hasta Annamaria, artista de circo, que actuaba de pie sobre caballos en el tercer mes de embarazo.

La maternidad y el valor terapéutico de compartir

«Fueron elegidos así, lo más alejados posible: los entrevistamos uno por uno, emocionándonos cada vez. Pero creo que pueden tener un valor terapéutico para todos”, dice el autor. Que, confiesa, ha encontrado piezas propias en cada historia. “O la madre que fui o la que tuve. Mi madre estaba deprimida, con un marido alcohólico y muy violento. Fui una niña abusada pero una madre contenta, contento. Con muchas madres amigas, sin embargo, tan infelices como la mía».

La maternidad es un rompecabezas, un universo en el que la alegría infinita pero también «un sentido de enorme responsabilidad que nunca se puede extinguir», continúa Colombo Gualandri. “Es una cicatriz, por las marcas que deja en el cuerpo y en el alma. No se puede curar, pero creo firmemente en el valor terapéutico de compartir. Sentirse similar a los demás ayuda. Sobre todo porque muy a menudo las madres, y las mujeres en general, juzgan a los demás con mucha ferocidad.«.

¿Parto natural o «medicalizado»? Cada madre elige

Por ejemplo, sobre la mmas o menos natural escucho de vivir el parto y la maternidad: de aquellas que dan a luz en casa (como Valeria Benatti, escritora y voz histórica de Rtl 102.5) y amamantar a sus hijos hasta los cuatro años (como Alicia, también entrevistada en el libro) a quienes deciden a priori no amamantar y planifican una cesárea desde la concepción. “Y, en cambio, deberíamos ser solidarios entre nosotros. La sensación de insuficiencia que experimentamos es la misma».

Pedir ayuda, para no sucumbir

Hay quienes lo afrontan solos, y quienes reciben ayuda de madres, tías, niñeras, geriátricos, psicólogas. “La verdad, creo, es que hayy las personas resolutivas tienen herramientas para entender que necesitan ayuda. Y luego encuentran herramientas para no sucumbir», prosigue Colombo Gualandri. «Familias extendidasese pueblo emocional que tuve, con abuelas y tías para suplir la ausencia de los padres, ya no existen. Pero toda madre necesita apoyo, tiene que encontrarlo. Y no para volver al trabajo lo antes posible después de la maternidad. Pero para soltar la ira o ir a echarse un spritz con una amiga cuando le apetezca: la ligereza es fundamental para sobrevivir».

El padre, ¿quién era?

No es solo la «culpa» del cuerpo que ha cambiado demasiado después de la maternidad. Las relaciones son severamente probadas por la presencia de un niño.: «Solo quería existir para Leone. Hace años que no hablamos de tener sexo», como dice Alessandra, la primera madre que se cuenta en el libro. No solo. Los padres muchas veces no comprenden el vuelco que se produce en la vida de sus compañeros, y frecuentemente, en los relatos recogidos, no se involucran mucho al menos en las primeras etapas del crecimiento de sus hijos. “Entonces mi libro también está dirigido a los hombres: porque al menos todos ellos fueron hijos de una madre”.

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