“Bendita la mujer cuyo compromiso va bien, cuya dote no es demasiado alta y que tiene hijos rápidamente”. Ése no es un mensaje de los talibanes afganos, sino de las autoridades rusas en la Ucrania ocupada. Moscú ve cada vez más los derechos de las mujeres como una anomalía occidental. Y así, una extraña mezcla de piedad y machismo garantiza que incluso el jefe de Estado se burle de la violación y que la violencia doméstica ya no sea castigada mientras no se rompan huesos.
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