Los oligarcas rusos son aún más turbios de lo que pensábamos. Por ejemplo, la acusación contra un exagente del FBI muestra que un amigo de Putin le pagó para que incluyera al otro en una lista de sanciones estadounidenses. Cuestión de hacerle la vida imposible a un competidor. El agente del FBI no era cualquiera: una vez dirigió la investigación sobre la fuente de WikiLeaks, Chelsea Manning. Y los rusos también son nombres clamorosos, uno de los cuales causó furor incluso en Bruselas.
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