Almere está haciendo sonar la alarma. La construcción de nuevas viviendas, que se necesita desesperadamente para proporcionar a los habitantes de la zona un techo sobre sus cabezas, corre el peligro de paralizarse por completo porque la red eléctrica no puede seguir el ritmo de la expansión de la ciudad. El concejal Alexander Sprong explica lo que está en juego: “Este es un problema para todos los Países Bajos”.
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