Marleen S. (34) es vendedora de panadería en Brandeburgo. Su marido también trabaja en el comercio minorista. Tienen tres hijos juntos, el mayor tiene 13 años y el menor dos años. El aumento de la prestación por hijos a cargo sólo podría amortiguar los crecientes costes para los hijos. Además de las tasas extraescolares, los costes de las guarderías y el equipamiento escolar, aumentan los costes energéticos y de vida. La familia ahorra donde puede, no se quejan. Hace tiempo que no es posible viajar. Los niños entienden que puedes quedarte en casa y consuelan a sus padres.
Iris G. trabaja en la cocina de una filial propiedad al cien por cien del hospital universitario Charité de Berlín. Después de deducir todos los gastos, le quedan unos 650 euros al mes para vivir. Nunca lo tuvo fácil, crió sola a dos hijos y pudo sobrellevar poco. Hace mucho que no se va de vacaciones, pero puede vivir con ello. Pero lo que les molesta es que todos los empleados de Charité recibieron 3.000 euros en concepto de compensación inflacionaria, sólo los empleados de la filial, donde trabaja un número especialmente elevado de personas con bajos ingresos, no recibieron nada. Ella está luchando contra esto con el sindicato. No tiene reservas y cuando se jubile dentro de unos años, éstas serán muy pequeñas.
Tim P. de Usedom tiene 19 años y está entrenando para ser empleado de fitness. Tiene 800 euros netos al mes, que utiliza para pagar el piso, el coche y todo lo que necesita para vivir. De vez en cuando sus padres o su abuela le regalan algo. Para él es importante valerse por sí mismo. Intenta mitigar la inflación con ofertas especiales; su batido favorito sólo está disponible cuando está rebajado. Sin embargo, es difícil conseguir dinero para comprar botas de fútbol nuevas.
Darwin de Bochum tiene 26 años. Estudia ingeniería mecánica, lamentablemente un poco más que los demás, pero él mismo gana cada euro. Coger dinero del Estado no es lo suyo, dice, preferiría ir a trabajar. Varias veces a la semana, cuando no tiene clases, entrega alimentos por el salario mínimo. Se convirtió en padre a los 22 años. No fue fácil, pero también fue divertido. Vive con la madre del niño de cuatro años. Ella está haciendo su diploma de escuela secundaria. Si los compañeros dejan una botella vacía en el aula, ella la recoge. Cada pequeña cantidad cuenta.
El “reportaje del ZDF. “Cuando no queda nada de los salarios” es el último episodio de la serie – La Alemania pobre y rica”