Al despertar a Hellas, Verona se muda a Lecce y preocupa a Baroni. Lucha viva por la salvación

Primer éxito a domicilio de la temporada para los venecianos que pegan en el larguero con Djuric y pasan en la segunda parte. Los Salento, a la sombra, se quedan a +4 en el penúltimo puesto pero vuelve el miedo

Digámoslo de esta manera: Verona eligió el momento adecuado. La primera victoria fuera de casa de la temporada llega a cuatro días del final, pero es muy pesada. Lecce es ensartado por un billar de Ngonge a 20 minutos del final que para los venecianos vale +3 en el antepenúltimo puesto ocupado por Spezia. Una victoria que premia el orden, el ritmo y la iniciativa de los invitados, capaces de producir una actuación superior al Lecce al principio torpe y luego demasiado confuso. El viento del miedo ahora también sopla en Salento.

Primera mitad

Hellas está más vivo e intenta el golpe frío a los 2′: centro desde la izquierda y cornada de Djuric, el balón pega en la parte baja del larguero, luego barre la defensa del Salento. Poco después el mismo guión: Lazovic siempre trabaja un balón en el carril izquierdo y lo vuelve a servir en la cabeza de Djuric, pero Falcone le niega el gol con una súper parada. Parece el incipit de una primera parte de un parque de diversiones y en cambio todo regresa a raíz de la atención y el miedo. Baile de puntos pesados, que el Verona parece merecer: hacen circular mejor el balón, aprovechan la superioridad numérica en la mitad del campo y el carril izquierdo de donde surgen los verdaderos peligros. El Lecce acusa la vivacidad de los demás, se esfuerza por dar pie al trío Di Francesco-Ceesay-Strefezza, pero al menos gana terreno. No pica, pero alivia la presión frente a Falcone y eso es algo. Strefezza vuelve al centro del campo, agita los brazos, pide el balón, pero la maniobra no despega: cero tiros. En cambio, muchas patadas, incluso feroces, de un lado y del otro. Al descanso Verona se fue con un 58% de posesión de balón y el único remate a puerta del partido. El Lecce, en cambio, sabe que tiene que cambiar de ritmo.

Disparo de ngonge

Salir de ese pantano de hombres en medio del campo que asfixia espacios e ideas no es fácil para nadie. Strefezza y Di Francesco intentan instalarse solos, balanceándose furiosamente de un ala a la otra, porque los suministros no llegan por detrás. Verona nunca se da por vencido en la estocada: Abildgaard y Magnani dan escalofríos a Falcone, incluso si Lecce dicta el ritmo. Sin embargo, el dúo Bocchetti-Zaffaroni tiene la intuición correcta para inyectar nuevas fuerzas en las posiciones correctas. Verdi da paso a Ngonge, que tarda 6 minutos en producir la obra mágica. Coge el balón en el trocar, centra y descarga un zurdazo que Baschirotto desvía lo justo para dejar fuera de juego a Falcone. Baroni inserta Banda para Di Francesco, el atacante manda un derechazo al poste frente a Montipò, pero es fuera de juego. El Lecce empuja, intenta, pero comete muchos errores, sobre todo por las bandas. Banda es el único que realmente cree en ello. Demasiado poco. Y ahora quedan cuatro días. De pasión. Para todo el mundo.



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