El año pasado, la crisis energética nos obligó a bajar el termostato. Aunque muchos se acostumbraron a unos grados menos, también provocó que temblaran debajo de las mantas en el sofá. Ahora que se recibió la factura final del proveedor de energía, parece que esos grados menos generan un buen reembolso. Cuatro familias pusieron sus cuentas sobre la mesa.
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