Ahora no es el momento de abandonar la transparencia climática


El escritor es exministro de Trabajo de Francia y exembajador ante la OCDE

Ríos secos, bosques en llamas, temperaturas récord: este verano ha ofrecido múltiples recordatorios de la magnitud de la crisis climática planetaria. La gente está sufriendo y llamando a la acción.

Desafortunadamente, la mayoría de los gobiernos del mundo han estado tratando de lidiar con esta catástrofe del calentamiento global con medidas a corto plazo. Pero tratar los síntomas no es suficiente. El enfoque a largo plazo debe cambiar a medida que esta crisis se intensificará.

Esta no es una emergencia inesperada. Ya en 1972, el primer informe del Club de Roma mostraba que el crecimiento económico, según el modelo actual, conduciría a una fuerte caída de la población mundial para 2100 debido a la contaminación, la escasez de recursos energéticos y el empobrecimiento de las tierras cultivables. . ¡Una advertencia que llegó hace 50 años! Las tendencias predichas en ese entonces ahora están haciendo sentir su impacto.

Durante más de 30 años, los informes anuales del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático nos han alertado sobre la aceleración del calentamiento global y las dramáticas amenazas ecológicas, sociales y económicas que plantea, incluida la destrucción de la biodiversidad y la degradación de los océanos. El riesgo de calentamiento es exponencial. Sin embargo, todavía podemos actuar para mitigar y adaptarnos.

El Acuerdo de París de 2015 y las posteriores conferencias climáticas de la ONU llevaron a los estados a asumir fuertes compromisos. Pero, ¿son suficientes un sistema de alerta y un compromiso político?

Obviamente no, porque estamos fallando en medir la efectividad de las políticas públicas en esta materia, lo que limita su impacto y mejora. Debemos actuar de manera más eficiente.

La respuesta al calentamiento global plantea un desafío a los gobiernos de una escala y dificultad sin precedentes, así como a la economía global. Mark Carney, exgobernador del Banco de Inglaterra, lo ha llamado la “tragedia del horizonte”. En otras palabras, ¿cómo conciliar horizontes temporales ecológicos, económicos, sociales y políticos, que difieren mucho?

Hay muchas preguntas para responder. ¿Cómo podemos construir un puente entre los intereses a corto plazo de las finanzas y los intereses a largo plazo del medio ambiente? ¿Cómo ya qué ritmo podemos transferir un modelo energético que construyó la riqueza de los países desarrollados, sin reducir la calidad y el nivel de vida?

¿Cómo gestionar esta transformación sin que los más pobres paguen el precio más alto, cuando el acceso a la energía (para el transporte, la vivienda, la calefacción, los viajes) será más caro? ¿Cómo anticipar el desafío de las habilidades y la movilidad cuando cientos de millones de puestos de trabajo cambiarán de naturaleza o ubicación? ¿Cómo “mejorar” y recapacitar a los trabajadores del petróleo o del carbón para que se conviertan en técnicos de mantenimiento en energías nucleares o renovables?

En mayo de 2021, a propuesta del gobierno francés, la OCDE estableció un programa para medir y comparar la eficacia de las políticas públicas en la lucha contra el calentamiento global. los Programa Internacional de Acción Climática (IPAC) está diseñado para apoyar los esfuerzos de los países para lograr los objetivos del Acuerdo de París. Basándose en una “riqueza de datos internacionales relacionados con el clima”, el IPAC evalúa las políticas nacionales e internacionales destinadas a lograr cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050, brinda recomendaciones y comparte las mejores prácticas.

Como representante permanente de Francia ante la OCDE, tuve la oportunidad de apoyar y negociar este proyecto con los otros 37 estados miembros. Insistimos en que se integren indicadores económicos y sociales en el IPAC, ya que la interacción entre los diferentes factores determinará el éxito o el fracaso de las políticas que se lleven a cabo.

El objetivo principal de IPAC es publicar un primer informe global en 2023, basado en un cuadro de indicadores anual con una pequeña cantidad de indicadores estructurales para evaluar la acción climática y emitir recomendaciones que alimentarán el debate público e informarán las decisiones de los actores clave.

La actual crisis energética hace que la implementación de este sólido sistema de medición sea aún más crítica. A corto plazo, muchos países están reduciendo sus ambiciones de reducir el uso de combustibles fósiles para proteger a sus poblaciones e industrias.

Este debate es particularmente agudo dentro de la OCDE, donde algunos países argumentan que la transparencia proporcionada por el IPAC ya no es apropiada, al menos en el corto plazo.

No estoy de acuerdo. Es esencial establecer una base sólida para gestionar esta difícil fase actual de la forma más eficaz posible y para acelerar la lucha a largo plazo contra el calentamiento global. No progresaremos a menos que seamos capaces de medir la eficacia de las políticas que adoptamos, ahora y en el futuro.



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