El problema de la sequía está muy extendido en toda Europa, pero en Italia el panorama se vuelve más difícil teniendo en cuenta el estado de la infraestructura de agua: 60% han sido colocados hace más de treinta años; 25% incluso supera 50 años.
Esto es lo que está sucediendo en Europa e Italia.
Cada año el 20% del territorio europeo y el 30% de sus habitantes están sujetos a estrés hídrico, es decir, una brecha entre la oferta y la demanda del recurso. Así lo informa la Agencia Europea de Medio Ambiente, que destaca cómo en 2022 (últimos datos oficiales) la situación ha empeorado aún más, especialmente en los meses de verano.
El Observatorio Europeo de la Sequía estimó en agosto que, debido a la escasez de agua, el 60% del territorio europeo se encontraba en condiciones críticas. La escasez de agua se genera por una serie de causas, en particular la combinación de la sequía provocada por el cambio climático y el aumento en todo tipo de consumo de agua, provocado a su vez por el constante aumento de la población mundial.
Según estimaciones de la ONU, la tendencia no se detendrá hasta 2100, cuando el número total de personas habrá alcanzado los 10,9 mil millones de personas, frente a los 8,01 mil millones en 2023. También hay que considerar que los usos con fines agrícolas e industriales son cada vez más exigentes que en el pasado: para 2050 su creciente demanda aumentará, según la OCDE, el consumo global en un 55% en comparación con los niveles de 2000. Si este es el panorama general europeo y mundial, en Italia la situación se ve agravada por una infraestructura deficiente.