Latif ve que las mismas personas regresan a la tienda con más frecuencia. También ve un cambio en el grupo objetivo que visita el estudio.
“Llevo aquí quince años. Al principio, venía principalmente gente mayor, pero hoy en día también atraemos a un grupo objetivo más joven. Los jóvenes también quieren usar su ropa por más tiempo”.
“Creo que hay dos razones para esto”, continúa Latif. “Los jóvenes son cuidadosos con su ropa y por ende con sus carteras, pero también tratan de pensar en cómo pueden salvar el medio ambiente tanto como sea posible”.
Rezwana Hussaini se une a la historia de Latif. Ella es la dueña del taller de costura en Beilen. Ella piensa que es algo bueno que más personas estén reparando su ropa en estos días.
“Los clientes a veces nos dicen que están contentos de que existamos, porque la ropa nueva es demasiado cara. De hecho, los precios han subido en todas partes. La gente solía tirar su ropa más rápido, ahora vienen a repararla. La gente hoy en día piensa que es un desperdicio tirarlo a la basura”, dice Hussaini.
Ve muchos clientes nuevos, pero eso también se debe a que su negocio no existe desde hace tanto tiempo. Lo que sí nota Hussaini es que las personas que vienen una vez también regresan con más frecuencia. “A menudo nos dicen que trabajamos bien. Los clientes están satisfechos”.
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