Activistas vierten aceite y sangre en el piso blanco de KMSKA

Los artistas expresaron su indignación por el hecho de que su museo esté patrocinado por una empresa con una reputación dudosa para ellos. “El gigante petrolero francés Total Energies ha sido condenado varias veces en las últimas décadas por corrupción, contaminación y violaciones de los derechos humanos. Total está retrasando deliberadamente los objetivos climáticos y está obteniendo ganancias excesivas gracias a la invasión rusa de Ucrania”, suena.

Sangre falsa y aceite falso

En la KMSKA, los activistas se reunieron alrededor de la escultura ‘La miseria de Job’ de Ossip Zadkine. Comenzaron a llorar uno por uno y derramaron aceite falso y sangre falsa en el piso de yeso blanco como la nieve. Las paredes y las obras de arte no fueron tocadas.

Mientras tanto, en el pasillo, otros visitantes preocupados del museo se presentaron como un equipo de limpieza. Se ofrecieron a limpiar el suelo, purgando simbólicamente su museo de Contaminación Total. Los visitantes del museo fueron informados sobre el motivo de la protesta con volantes.

Patrocinio inaceptable

El KMSKA funciona de acuerdo con los estatutos del Consejo Internacional de Museos (ICOM). Los estatutos del ICOM establecen que los museos deben considerar si es aceptable aceptar dinero de empresas controvertidas, como fabricantes de armas o productores de combustibles fósiles. “La decisión de la KMSKA de asociarse con una empresa que antepone las ganancias a los derechos humanos y el bienestar del planeta va en contra de esto”, dicen los activistas.

Exigen que la KMSKA ponga fin a su colaboración con Total. De lo contrario seguirá dando a Total una valla publicitaria para limpiar su reputación. También temen que el museo sea amordazado por dinero. Después de todo, un contrato de patrocinio tradicionalmente contiene una cláusula de lealtad. Esto establece que el destinatario del dinero del patrocinio no puede hacer ni decir nada que vaya en contra de los mejores intereses del patrocinador. Según los activistas, el hecho de que el contrato entre la KMSKA y Total no se haya hecho público es lo peor.



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