Aburrido y distraído: así traicionan Brozovic y Leao al Milan

Inter y Milán los esperaron durante años, luego gracias a ellos llegó el Scudetto. Pero las actitudes ahora son asombrosas.

Suave, aburrido, distraído. Quizá no apáticos, los profesionales no se lo pueden permitir, pero la sensación que transmiten es precisamente esta: que tienen la cabeza en otra parte. En el próximo campeonato, en una nueva ciudad; hasta el próximo contrato, con otro club.

Brozovic y Leao, jugadores de distintas edades e historias personales, además de roles y características técnicas, tuvieron trayectorias en el Milán que se pueden asimilar. Maduraron lentamente, Inter y Milán tuvieron que esperarlos, muchas veces defendiéndolos de las perplejidades que los acompañaron en los primeros años de su aventura italiana. No eran continuos, no eran constantes: un gran juego, luego el vacío; una jugada decisiva, luego nada y actuaciones desconcertantes. Alguien los consideró medio jugadores, otros los juzgaron incapaces de explotar su respectivo potencial… En un momento determinado, sus acontecimientos italianos dieron un giro diferente: encontraron la posición ideal en el campo, encajaron perfectamente en equipos que funcionaron de maravilla, se han convertido – uno en la dirección y el otro en el lateral – las joyas, los protagonistas, quizás los jugadores más importantes.

Y al final, doce meses después, ganaron dos campeonatos ilusionantes también a nivel personal: Brozovic con el Inter, Leao con el Milan. No historias gemelas, dijimos: Brozovic, por ejemplo, ya en 2018 fue un elemento básico de Croacia subcampeón mundial; Leao en Portugal siempre ha sido un actor secundario y lo mismo sucedió en Qatar, después de todo, en esos lugares la competencia en el papel es del más alto nivel. Pero las caras, las muecas, las miradas, esas son realmente las mismas, al menos en los últimos tiempos. Marcelo y Rafa, gemelos diferentes: de arrastradores a arrastrados, de hombres que encienden estrellas que se apagan. Poco a poco, casi inexorablemente, llegó la ruptura. Con el medio ambiente, con la sociedad.

Brozovic se ha lesionado a menudo esta temporada. Se recuperó, más o menos, para jugar el Mundial, luego volvió a desaparecer. Si en el pasado su ausencia había dejado un vacío irrellenable, esta vez Inzaghi consiguió suplirlo confiando las claves del juego a Calhanoglu y aprovechando la calidad técnica de Mkhitaryan. Quizás el croata vivió esta evolución en el mediocampo del Inter como un rechazo, quizás se sintió excluido o en todo caso ya no indispensable. El caso es que se salió del mundo nerazzurri también por actitudes no de líder, ni de motor, ni mucho menos de capitán in pectore. Ha decepcionado a su entorno sobre todo por su comportamiento y ahora el parón es definitivo: se marchará a final de temporada.

El lenguaje corporal de Leao a menudo ha hablado de su malestar. ¿Cuándo nació, cómo y por qué? Poco a poco, diríamos: del Scudetto a las derrotas (demasiadas) en Liga; de goles a malas jugadas; desde escapadas irresistibles en el aire hasta carreras frenadas. El dinero, pues: muchos que tiene que pagar al Sporting de Lisboa por el incumplimiento unilateral del contrato; no tantos como los que ofrece el Milán para renovar el vínculo. Y él también, como Brozovic, se desmarcó finalmente de ese mundo que hace tan solo unos meses lo exaltaba y al que le juraba amor. Tanto es así que, a falta de la firma que prolongue la relación con el club del AC Milan, la aventura de Rafa en el Milán está llamada a agotarse.

Es fácil llamarlos traición. Es legítimo llamarlos delirios. Cuando crees que has consagrado a dos campeones -e Inter y Milan han dado mucho a Brozovic y Leao-, duele verlos así: flácidos, sosos, distraídos. Listo para escapar.



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