A los refugiados en refugios de emergencia no les gusta: frío, sin puertas y duchas que no se pueden cerrar con llave

no es bueno. Esas dos palabras están en la punta de la lengua de los refugiados que han sido recibidos desde el jueves en Kamp van Zeist en Soesterberg. La falta de privacidad y las espartanas condiciones de vida han provocado incidentes durante cuatro días. La policía en el lugar no es una excepción. “El estrés aquí es enorme. Mi madre apenas se atreve a ducharse”.



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