El delito que se imputa a los tres jugadores italianos supone una multa mínima, mientras que la inhabilitación podría llegar hasta los cinco años
La Fiscalía de Turín confirmó ayer que Fagioli, Tonali y Zaniolo están acusados de juegos y apuestas ilegales, previsto en el artículo 4 de la ley 401 de 1989. El apartado impugnado es el número 3 y se refiere a quienes apuestan mediante sistemas ilícitos. La sanción incluye “arresto de hasta tres meses o multa de cien mil a un millón de liras” (no se trata de un error, la cifra también figura en liras en el Diario Oficial). Es fácil entender que, incluso en euros…, estamos hablando de cifras que rozan el ridículo para un futbolista de la Serie A. Sería diferente si las investigaciones revelaran responsabilidad en el paso de dinero o implicación en el crimen organizado. Por el momento, sin embargo, la acusación es sólo la de haber jugado en sitios ilegales y, por lo tanto, no puede molestar demasiado a los jugadores.
Los riesgos reales
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La situación en el frente de la justicia deportiva es diferente, y no poco. Aquí las sanciones -o descalificaciones- corren el riesgo de ser realmente duras. El artículo 24 del Código de Justicia Deportiva castiga a los jugadores que realicen, directa o indirectamente, “apuestas que tengan por objeto resultados relativos a partidos oficiales organizados en el seno de la FIGC, la FIFA y la UEFA”. Prácticamente no pueden apostar en el fútbol. En consecuencia, si resulta cierta la versión de Zaniolo, que afirma haber jugado únicamente al blackjack en una plataforma ilegal, no se violaría la justicia deportiva. Pero si, como ya admitió Fagioli, alguien había apostado en uno o más partidos de fútbol, la sanción es de al menos 3 años de descalificación, que podría llegar a ser incluso de 5 si se demuestra que se hicieron apuestas en los partidos del equipo en el que se jugó el partido. se juega, configurando una circunstancia agravante clarísima. Sin embargo, hay formas de obtener un descuento: llegar a un acuerdo antes de la remisión y obtener una reducción del 50% de la pena (es lo que debería hacer Fagioli); negociar un acuerdo entre la remisión y la primera audiencia con una reducción de un tercio; colaborar con la Fiscalía quien, durante la audiencia, podría solicitar al órgano juzgador una rebaja, incluso muy significativa, en la sanción. En cualquier caso, existe un enorme riesgo de descalificación. Y da miedo.