No puedo ser el único que recientemente cambió el supermercado más caro por uno de descuento y está racionando cafés y otros lujos innecesarios. No por tacañería, sino porque sino simplemente no llegaríamos a final de mes. Porque carajo, la vida se ha vuelto cara.
Por eso no es de extrañar que al VRT se le ocurra quería dinero, el programa en el que el comediante Kamal Kharmach y la ex-K3 Kristel Verbeke ayudan a las familias a poner sus asuntos en orden financieramente. El primer episodio nos lleva a una trama cuidada en la que la ocupada terapeuta ocupacional independiente An vive con su marido Pierre Yves y su hijo Jules. Aunque la pareja trabaja a tiempo completo, hay estrés todos los meses porque crónicamente hay más gastos que ingresos.
Seguimos a la familia en sus actividades diarias, mientras Kharmach revisa las facturas y Verbeke abre armarios en busca de compras innecesariamente caras. ¿La conclusión? La pareja puede ahorrar en comida para llevar y en cigarrillos, y resulta evidente que los ingresos netos de An, de 1.700 euros, son demasiado bajos en relación con el número de horas trabajadas.
Estos no son hallazgos sorprendentes, del mismo modo que el formato no depende de la inventiva. Sin embargo, continúas mirando con fascinación. Porque resulta desarmante que la gente se atreva a ofrecer información sobre su situación financiera. Y porque el enfoque de los programadores y presentadores, aunque poco sutil, es siempre respetuoso. Inmediatamente simpatizas con el increíble compromiso que An muestra hacia sus pacientes, y tu corazón sangra cuando te das cuenta de que su tan necesario y relevante trabajo no es precisamente rentable.
La desventaja de este tipo de programa es, por supuesto, que el enfoque es individualista y no se plantean preguntas estructurales sobre lo que en realidad es una cuestión social. Va más allá del recordatorio fundacional para los flamencos de mantener un presupuesto familiar quería dinero no.
Sin embargo, con un programa como este uno debe preguntarse por qué el compartir y la redistribución deben ser tan subóptimos, por qué las compras son una parte tan importante de nuestra identidad y por qué definimos la prosperidad de manera tan estricta. Además, cualquier sociólogo le dirá que cuando la clase media tiene que apretarse el cinturón, las masas silenciosas que se encuentran en la parte inferior de la escala social se encuentran en realidad en una profunda miseria. Un caballo de batalla como An es más que bienvenido para encontrar rápidamente un trabajo asalariado bien remunerado, pero ¿qué pasa con todas aquellas personas que tienen que conformarse con un CV menos atractivo? En cualquier caso, ningún presupuesto familiar está a la altura de la pobreza.
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