Explosivo y liberado: tras su salida de Arcade Fire, Will Butler toca pop relajado.
Will Butler en realidad quería grabar un álbum en solitario. Realmente solo, experimentando solo en el sótano y viendo qué sale de ahí, tal vez una reacción a su salida de Arcade Fire, que se había vuelto cada vez más grandilocuente y conceptual. El hecho de que ahora se haya convertido en un álbum de banda se debe en parte a la esposa de Butler, Jenny Shore, y a su hermana Julie, con quienes ya había trabajado en arreglos vocales y actuación escénica para una gira.
Este trabajo resultó ser tan fructífero que Butler los involucró cada vez más a ellos dos, además de Sara Dobbs y Miles Francis como Sister Squares, en la producción del álbum. El resultado es un disco que respira el espíritu colectivo de las grabaciones: dotadas de muchas vibraciones de los 80, las canciones avanzan sin concesiones, especialmente al principio.
Las melodías de sintetizador simples pero coloridas y brillantes y la intensa voz de Butler determinan el sonido y transmiten una espontaneidad y energía contagiosas. Además, canciones como “Willows”, que se ubica en algún lugar entre New Order y MGMT, o “Long Grass”, que está respaldada por ritmos intrincados, son simplemente pop realmente bueno. Es una suerte que Will Butler no se quedara solo en el sótano.
Autor: Elías Pietsch