Por Pauline von Pezold
Es el partido que todo Köpenick, tal vez incluso todo Berlín, estaba esperando: ¡Unión Berlín contra Real Madrid, David contra Goliat!
Mientras algunos esperan pocas posibilidades de que el Unioner debute en la Liga de Campeones, otros están llenos de euforia y optimismo. Al final sucede lo más normal del mundo, aunque felizmente: el Real, 14 veces campeón de la Liga de Campeones, gana 1-0.
“Es fantástico tener un rival así en el debut”, afirma Heiko H. (51 años), de Köpenick. “Es una locura, no podría ser mejor”, añade Juliane T. (49), de Lichtenberg.
Los fanáticos del fútbol se arremolinan frente a “Tusches Kick & Rush”, vestidos con camisetas, gorros y bufandas rojas y blancas. Se bebe cerveza fría. El público es diverso, hombres y mujeres de todas las edades, familias con niños y perros. A todos les une el amor a la Unión.
Quienes no tienen espacio frente a la pantalla en el pub intentan ver la pantalla desde fuera a través de los grandes ventanales, mientras que otros se ayudan con el móvil.
La mayoría de ellos están de pie, algunos han sustituido las sillas por cajas de cerveza vacías: la falta de espacio no empaña el ambiente.
Todo lo contrario: durante el juego la gente habla, ríe y bebe. Desde el pub llegan los cánticos de los aficionados: “Somos sindicalistas, somos los enfermos, superamos todas las barreras”. Así es como uno se da coraje.
“0-0 en la primera parte. Eso da esperanza”, dice con confianza Holger B. (58), de Köpenick. “Defienden muy bien”, dice Thorsten M. (56) de Köpenick.
Pero entonces, ya en el tiempo añadido, la esperanza de David de una victoria sobre Goliat se desvanece. Para los aficionados, sin embargo, el Unión sigue siendo el campeón. “Fue en igualdad de condiciones, podemos estar orgullosos”, afirma Thorsten M. “Muy bien hecho”, afirma Holger B.