El expresidente de la Cámara ha optado por no ocultar la enfermedad porque no hay de qué avergonzarse


Aldo Cazzullo (foto de Carlo Furgeri Gilbert).

ho tuvo muchas reacciones a la entrevista en la que Laura Boldrini habla de su lucha contra el cáncer. Es normal: Boldrini es un personaje amado y odiado.

Como también explica en su libro, Mejor que ayer (Piemme), el expresidente de la Cámara ha optado por no ocultar la enfermedad porque no hay de qué avergonzarse, porque la enfermedad es parte de la vida; y por una vez hasta los que la odian, con algunas execrables excepciones, la han dejado en paz.

Pero el verdadero protagonista de su historia es la máquina de salud pública.. Es la multitud, a veces sin nombre, de cirujanos que se enfrentan a operaciones que duran hasta quince horas, de médicos que entran al hospital a las 7 de la mañana y salen a las 10 de la noche, de fisioterapeutas, de enfermeras.

He conjugado estos sustantivos al masculino; pero no sólo la mayoría de enfermeras y fisioterapeutas son mujeres, la mayoría de médicos jóvenes también son mujeres.

“Mejor que ayer” de Laura Boldrini (Piemme).

Los que se hacen llamar fuera de la comunidad nacional, los que fijan su residencia fiscal en Montecarlo o en Suiza, los que se refugian en paraísos fiscales, los que fundan sociedades offshore, aquí, estos son peores que los que insultan a la gente en las redes sociales. , que desean que otros mueran.

Porque, al no cumplir con su deber como italianos, al no contribuir a los gastos de salud (¡en plena pandemia!), condenan a muerte a personas que se habrían salvado con un sistema de salud más eficiente.

Desafortunadamente, la lealtad fiscal no se considera una virtud, y el evasor de impuestos en la mentalidad común es quien la ha hecho. Es cierto que se necesitan reglas: ir al extranjero no es ilegal; personalmente, sin embargo, lo encuentro inmoral, y después de leer la historia de Laura Boldrini lo creo aún más.

(En cuanto al señor que estaba hospitalizado en su cuarto, del otro lado de una sábana blanca, y en su celular se dejaba llevar por la vulgaridad de “ella todavía duerme, esta noche tengo que hacer todo”, el pobre hizo No sabía que de la otra parte de la sábana blanca había una mujer decidida a hacerse respetar…).

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