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Cuatro coches bomba explotaron en cuestión de horas en Ecuador en la última muestra de violencia que ha sacudido al país antes de sus elecciones presidenciales.
Dos de las bombas explotaron en Quito, la capital, mientras que dos más estallaron cerca de la frontera sur de Ecuador con Perú, según la policía nacional. Todos los atentados tuvieron lugar entre la noche del miércoles y la mañana del jueves y no se reportaron heridos, dijo la policía.
“Unidades especializadas de la policía nacional permanecen activas y están investigando”, dijo el jueves Juan Zapata, ministro del Interior del país, en las redes sociales.
La violencia se ha convertido en uno de los temas definitorios en la campaña electoral de cara a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Ecuador, que se llevará a cabo el 15 de octubre y enfrentará a la legisladora izquierdista Luisa González, protegida del ex presidente Rafael Correa, contra Daniel Noboa, el hijo de Álvaro Noboa, un magnate bananero multimillonario.
El 10 de agosto, el país quedó conmocionado por el asesinato del candidato anticorrupción Fernando Villavicencio, cuando salía de un mitin en Quito. El gobierno del presidente saliente Guillermo Lasso se comprometió a perseguir a los “autores intelectuales” del magnicidio.
“Aquí nada es gratis”, dijo Villavicencio en un discurso ante sus seguidores antes de su muerte. “Esta democracia nos ha costado la vida. Defender la patria nos ha costado la vida”.
En los primeros seis meses del año se reportaron 3.500 homicidios en Ecuador, según estadísticas policiales. El año pasado, 4.800 personas fueron asesinadas, casi el doble que en 2021 y el cuádruple que en 2018.
Las prisiones se han convertido en el epicentro de la actual ola de criminalidad en Ecuador. Las bombas en Quito explotaron frente a las oficinas anteriores y actuales de la agencia penitenciaria nacional del país.
Seis sospechosos, cinco ecuatorianos y un colombiano, han sido arrestados en relación con los ataques en Quito, que según las autoridades fueron una represalia por la represión en curso en las cárceles del país, que se han convertido en bases para el crimen organizado y escenario de varios disturbios y masacres. .
A principios de este mes, el traslado del líder de una pandilla encarcelado, José Adolfo Macías, conocido como “Fito”, a una prisión de máxima seguridad en Guayaquil desató disturbios en la ciudad portuaria. El miércoles, las autoridades lanzaron una ofensiva en la prisión de Cotopaxi, cerca de Quito, aunque no anunciaron el traslado de ningún recluso de alto perfil a una instalación más segura.
Wagner Bravo, secretario de Seguridad del Estado, dijo a los medios locales que los coches bomba tenían como objetivo “impedir que sigamos cumpliendo el papel de las fuerzas armadas y la policía en el control de estas prisiones”.
Daniel Pontón, profesor de sociología en el instituto nacional de estudios superiores en Quito, dijo que los atentados pueden no tener un efecto directo en las elecciones, aunque podrían dar a los votantes motivos para cuestionar las políticas de seguridad de los candidatos.
“El gobierno tiene muy mala pinta en materia de seguridad en los últimos años, ya que no ha podido controlar el crimen”, dijo Pontón. “Y ha causado frustración entre el público, lo que puede alterar la segunda vuelta de las elecciones”.