“lcambia una empresa y me tienen que cambiar de ropa. Es como si estuviera en el set de una película: la película es vida y mi ropa es su vestuario.». Con esta metáfora del propio estilo, Giorgio Armani ya expresó su amor por el cine en Hecho en Milán: documental-film dedicado a él por Martin Scorsese diez años después de su “debut” en este mundo, con el inolvidable vestuario diseñado para Richard Gere en Gigoló americano.
Giorgio Armani y el cine, un amor correspondido
En aquel 1990 nació también la relación de Armani con el Festival de Cine de Venecia, Dónde Hecho en Milánn se anticipó con una gran fiesta celebrada en Ca’Leone, en la Giudecca: una hermosa unión que el 2 de septiembre, Con motivo del 80 aniversario del Festival, el diseñador rendirá homenaje con el evento One Night Only Venice, precedido de un desfile de Alta Moda. Un viaje a través del firmamento de vestidos estelares y estrellas famosas, donde el diseñador nos lleva junto a su sobrina Roberta Armani, que acompaña a su tío desde los años 90 y ahora es Head of Entertainment & Vip Relations.
Sr. Armani, siempre le ha encantado la gran pantalla. Explicó al Corriere della Sera que «…los almuerzos de los domingos fueron el preludio del momento en el que mi padre se dejó convencer por mi hermano y por mí y nos anunció: vamos al cine».
Giorgio Armani. Son recuerdos imborrables esos momentos de compartir, con mi padre que nos mantuvo en vilo hasta el último momento. Se quedó en la mesa leyendo el periódico, haciendo como que nada pasaba y cuando cedió y dio su permiso, entregándole unas pocas liras, fue felicidad. Entonces nació la relación con el cine, que se mantuvo muy fuerte y marcó las etapas de mi carrera en la moda, enriqueciendo mi imaginación, moldeando mi forma de comunicarme.
Roberta, ¿este universo siempre ha sido importante para ti?
Roberto Armani. Claro: recuerdo las historias familiares de las colaboraciones de mi tío con grandes actores y directores, las primeras películas vistas con mejores amigos. Un mundo en el que estaba inmerso de forma natural y que cada vez me fascinaba más, hasta el punto de que soñaba con formar parte de él.
¿Qué carrera cinematográfica habría elegido, quizás la de actriz?
RA Realmente lo creo. De hecho, también he actuado en algunas películas y tengo un recuerdo maravilloso de esa experiencia en la que me arriesgué, en total libertad. Pequeños papeles en grandes títulos: Aníbal por Ridley Scott, María Magdalena por Raffaele Mertes y Los llamaron… ¡bandidos! de Pasquale Squitieri. Entonces preferí un camino diferente y hoy sé que tomé la decisión correcta.
Sr. Armani, Sr. Hecho en Milán Explicó que habría conquistado una carrera como director si no hubiera emprendido la de estilista: ¿son mundos similares?
GA Hay muchos puntos de encuentro entre moda y cine, al menos tal como yo entiendo la moda y el “hacer moda”. A lo largo de los años he definido todo un estilo de vida: una especie de gran “conjunto” en el que las personas que aman mi estilo eligen libremente la ropa que vestir, el mobiliario de su casa, los hoteles donde alojarse. La historia se desarrolla poco a poco, un factor desconocido que me resulta muy estimulante.
En la época en la que tu colaboración fue muy demandada, ¿cómo gestionaste el trabajo? ¿Y qué nombres te inspiraron?
GA La organización fue realmente perfecta, porque estuve involucrado en la fase de planificación junto con el director. Personajes como Lauren Hutton o Diane Keaton, en cambio, han inspirado mi forma de ver la moda femenina, añadiendo un rasgo masculino: mujeres con una fuerte personalidad, como a las que me he dirigido desde el principio. Del mismo modo, actores como Richard Gere han encarnado mi visión de una masculinidad más relajada y consciente, menos víctima de esquemas e imposiciones.
Su hito fue Gigoló americanoen 1980. ¿Qué te enseñó esa película?
GA A estas alturas es un clásico de la cinematografía. Además de la cautivadora falta de escrúpulos de la dirección, marcó un punto de inflexión entre una cierta rigidez en el vestir y una nueva soltura: los hombres han comenzado a despertar su culto a las formas, su vanidad. Y en la película, este narcisismo masculino aparece en su forma más sexy, subrayado por todo el vestuario: Richard Gere y Lauren Hutton no vistieron disfraces, sino prendas de colecciones encontradas en boutiques. Creó un fenómeno, el público podía tener esa ropa. Una colaboración que me dio confianza, la certeza de que tenía algo bueno que decir.
Roberta, en aquellos años era niña, ¿todavía tienes recuerdos de eso?
RA Tengo una imagen clara de mi tío decidido a dibujar en su mesa de trabajo a principios de los años 80, la época de su ascenso como estilista –también con el cine– a partir de Gigoló americano. A partir de ahí fue natural encontrarme entre actores, directores internacionales y gente de muchísimo talento. En los recuerdos de la infancia, el tío y el diseñador se superponen, y el mundo del cine es un contorno brillante.
En 1990, por primera vez en Venecia con Hecho en Milán. Qué queda de ese momento y cómo se relaciona con el desfile Venecia solo una noche?
GA Sin duda sigue siendo un hermoso recuerdo. Nunca imaginé poder presentar en Venecia un cortometraje realizado con Martin Scorsese sobre mi vida y mi obra. Pero no soy nostálgico: con One Night Only no quiero recordar, sino celebrar mi amor por el cine con un desfile de moda especial.
RA Para mí es un recuerdo mágico: ver la obra de mi tío transformada en película de la mano de un gran director fue una emoción absoluta. Una oportunidad que estimuló mi pasión por el cine y la decisión de trabajar con estrellas.
Cate Blanchett ciertamente destaca entre sus “musas”. ¿Es siempre un intercambio inmediato con todos ellos?
GA Encontrarse es un instante, un clic, un enamoramiento que se alimenta del conocimiento y la confianza mutuos. El trabajo de selección surge del encuentro entre los deseos del personaje y propuestas estudiadas teniendo en cuenta su personalidad, pero también la naturaleza de la marca. Cate Blanchett es un ejemplo perfecto de esta comprensión, siempre ha lucido nuestras creaciones de manera memorable, en cada ocasión. Todas las celebridades que visten Armani son así: si su imagen mejora, su luz también iluminará nuestro mundo.
RA La idea de reconocerse unos a otros, no simplemente “utilizarse” unos a otros, es lo que distingue a Armani en la yegua magnum de la alfombra roja. Nuestra casa antepone la personalidad a todo lo demás: colaboraciones basadas en una relación de estima y conocimiento, incluso en la ganancia mutua e indiscutible de imagen.
Muchos famosos son ahora tus “amigos”: una satisfacción personal, y no sólo profesional…
GA: Conocer cada estrella es una experiencia humana extraordinaria. Personalmente me atrae la variedad de personajes y el intercambio que se crea con quienes nos vestimos. Mi idea de la alfombra roja es siempre un diálogo, elegí actores y actrices para vestirse principalmente por su humanidad, su carácter y su carisma.
RA Las experiencias más difíciles, aquellas que requieren un mayor uso de las energías humanas, son ciertamente también las más gratificantes. Con el tiempo, descubres que lo único que importa es el diálogo, un arte que requiere actitud y empatía: rasgos que he perfeccionado a lo largo de los años.
Soñando con el pasado, es posible que hayas pensado con qué estrellas te hubiera gustado colaborar…
GA En el cine de la época dorada, Greta Garbo y Marlene Dietrich: divas inconformistas, capaces de jugar sutilmente con la ambigüedad del vestir.
RA Me hubiera gustado conocer a Marilyn Monroe, un ícono de la feminidad. Estoy seguro de que hubiera sido una comparación sorprendente.
Hoy en día, muchas exposiciones y libros se centran en las divas y el estrellato. ¿Cómo has visto cambiar este mundo?
GA El estrellato de la edad de oro fue la creación de un mito inalcanzable. Entré en esta realidad en un punto de quiebre: el mito permaneció, pero su naturaleza “humana” era más perceptible, dando lugar a parámetros nuevos y más esenciales, incluidos los estéticos, incluso para divas como Sophia Loren. Hoy se ha convertido en una industria compleja, a veces caótica, pero que todavía tiene un fuerte arraigo en el público.
RA Ahora son muchas las figuras que intervienen en la construcción de la imagen de una estrella, a veces en detrimento de la inmediatez y de su autenticidad. Se ha creado un verdadero negocio en torno a las estrellas, incluso los estilistas a veces se convierten en celebridades. Un éxito mediático de grandes expectativas, porque los intereses económicos son enormes. Pero mantenemos el deseo de discusión, las peticiones más extrañas se convierten en estímulos en un trabajo que siempre quedará “a medida”: la única manera de ser eficaz.
Sonia Bergamasco, madrina del Festival de Venecia 2016, habló de la discreción y la empatía de Roberta: una excelente portavoz de la autoridad y el estilo creado por Armani, definido como maestro, artista y artesano. ¿Cómo ha evolucionado vuestra sinergia?
RA Tenemos un entendimiento que va más allá de las palabras, hecho de miradas y de una gran complicidad. Mi tío confía en mí: es un estímulo, pero también una responsabilidad. Sabe que podré llevarme a casa el resultado que le gratifica.
GA Mi confianza en Roberta es incondicional. Con el paso de los años fue ella, con su delicadeza femenina, quien amplió nuestros conocimientos creando vínculos duraderos. Confío en su mirada y en su capacidad de diálogo: son un complemento necesario a mi visión estilística.
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