Atropello de peatón, cuando el conductor no es responsable

La Casación se pronunció sobre el caso de la inversión de un niño que escapó del control de su abuela que estaba con él

El automovilista no puede ser considerado responsable del atropello de un peatón en zona urbana si éste se produce por la conducta imprevisible y anómala del atropellado. Este es, en síntesis, el principio consolidado, destacado con la sentencia 20140 de 13 de julio de la Corte de Casación que, en la ocasión, aclaró algunos aspectos importantes de aplicación. El caso objeto del dictamen de Ermellini se refería a un accidente ocurrido en la provincia de Massa. El protagonista del hecho es un niño de dos años que escapó de la custodia de un adulto tras cruzar la calle. El pequeño había regresado corriendo a la carretera, siendo atropellado por un vehículo que se aproximaba. Los jueces atribuyeron la responsabilidad del incidente a la abuela del niño, a quien había sido confiado.

que tiene que probar el automovilista

Al comentar la sentencia, los peritos del periódico All-In Giuridica del grupo Seac aclaran: “Para el Tribunal Supremo, la responsabilidad del conductor queda excluida cuando se prueba que no hubo posibilidad de impedir el hecho y que se hizo todo lo posible para evitar el daño. Sin embargo -explican-, la constatación de la conducta culposa del peatón atropellado no es suficiente para afirmar la total inocencia del conductor atropellado. conducta de la participada no era razonablemente previsible y que el conductor ha tomado todas las precauciones requeridas en relación con las circunstancias del caso concreto”.

salió de detrás de un coche

En el caso que nos ocupa, el Tribunal de Apelación, contra cuya decisión los familiares del niño habían interpuesto un recurso que luego fue rechazado en Casación, había constatado que el cruce del niño había sido repentino e impredecible, ya que “aparecía detrás de la silueta de un coche aparcado a la derecha de la calzada que impedía la visibilidad del conductor del coche que se aproximaba, pero también la inevitabilidad de la colisión, pues el coche ya se encontraba frente a la boca de entrada a la calzada y entregó, a la altura del niño corre, la parte delantera derecha”.





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