diario de una caida

Viernes, 17:05 Rutinariamente revise el sitio de NOS, lea: ‘Crisis de asilo’. Inmediatamente imágenes en mi cabeza de decenas de miles de solicitantes de asilo que, pisoteándose unos a otros, se agolpan en Lobith; Esa ‘corriente de solicitantes de asilo’ se parece a un río, y por ahí debe entrar a nuestro país. Pero siempre se debe leer más allá del titular: ‘Hay tensiones dentro del gabinete (…)’.

Ah, la amenaza de una crisis en el gabinete por la política de asilo. De alguna manera eso es un anticlímax después de mis asociaciones dramáticas.

Preparándose para una visita a un restaurante, con una madre y su hijo (18), este último recién graduado de la escuela secundaria. Y como es tan joven, se atreve a mirar el móvil mientras come. Acabábamos de hablar de ello. Seguro. “Gabinete caído”, interrumpe la conversación. También comprobamos. Nadie se desmaya. Nadie llora. La madre grita “indignante”, yo grito, menos espontáneamente: “Asilo, un lindo tema de campaña de la derecha”, y discutimos brevemente cómo, qué y quién se beneficia de esto. No se puede decir que el antiguo desastre griego ha golpeado, esta crisis fue buscada, y por el mismo Rutte, concluimos. Llegan los postres, el resto de la terraza sigue comiendo impasible.

Viernes: 22:30 h. De vuelta a casa, mira la conferencia de prensa de Rutte en vivo. Habla en voz baja, con algo de grave en su timbre. “La migración es un tema importante y social”. Que no pensemos que el gabinete se ha caído por un desmayo. Ya escuché de un comentarista oficial que “la CU ha sacado el enchufe del gabinete”. Rutte hace algo muy refinado: primero se critica a sí mismo, por su ‘firmeza’ del pasado miércoles, «que tampoco ayudó». Y luego desacredita el mito del enchufe de la CU. Eso es chic, porque no está aquí como líder del VVD, sino como primer ministro, y no debería señalar a uno de sus ministros como culpable. También es ambiguo, porque con esa fuerte negación del papel decisivo que hubiera jugado la CU, Rutte dice en el subtexto: “Ese club chiquito no tiene tanto poder”. Un tour de force psicológico.

Sábado alrededor de las 3 de la tarde, mirando desde la ventana de mi oficina. Cientos de barcos y balandras en el Amstel, grupos exuberantes a medio desnudar, sin soltero aparente. Un gobierno de coalición roto no genera mucha simpatía. ¿Es tal caída del gabinete menos importante para la mayoría de las personas que la última cita de Gordon? A lo sumo, algunas ondas en el estanque del Binnenhof. Los soldados tampoco aparecen de repente en la calle, lo que marca la diferencia.

Domingo, 10 a. m. Te acostumbras rápidamente, como un gabinete de conserjería. ¿Seguiré extrañando a Rutte? Mejor pregunta: ¿tendré la oportunidad de extrañar a Rutte?

Esteban Sanders escribe una columna aquí todos los lunes.



ttn-es-33