“Miro por encima del hombro cuando camino afuera, hasta cien veces al día. Puse el auto adentro, por temor a que me manipulen los frenos”. Cincuenta mujeres, y un hombre, usan hoy una alarma móvil contra el acecho en nuestro país porque están amenazados, a veces tan gravemente que sus vidas corren peligro. Uno de ellos encontró el coraje para testificar: “Desde ese terrible día mi hijo comenzó a tartamudear”.
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